Que nadie sea Presidente

En días pasados Julio Sánchez Cristo abrió los prestigiosos micrófonos de su W Radio para hacer una encuesta sobre las preferencias electorales de sus oyentes frente a los candidatos presidenciales que con flotador en mano se lanzaron al agua.

El país que no ama a sus mujeres

Una vez que la polvorosa bruma mediática se desvanezca por entre las grietas de la próxima indignación nacional de turno y que amaine el temporal provocado por la lengua desbocada de un dueño de restaurante cuyo estilo chabacano le ha sabido traicionar al aire, nos quedará el mismo problema de siempre, nuestro lastre eterno.

El amor es como la guerra

Por lo general sucede así, hay dos partes en conflicto que se necesitan mutuamente.

La ira de la doble moral

En un país donde la igualdad es una de las principales banderas que se enarbolan con la boca llena de satisfacción para presumir de nuestra democracia ante las demás.

La casa en el aire

La poca afluida presencia de cadáveres en las noticias del mediodía tras el desplome del edificio Space puede ser el espejismo engañoso que disminuya en nuestras retinas el impacto de lo sucedido la pasada noche de octubre 12.

Sanguijuelas de votos

Este parece ser un buen momento para reconocer, con el patrocinio del hastío de cualquier colombiano de a pie, que los honorables congresistas de nuestra humilde nación son los seres más despreciables que hayamos visto jamás.

Tanto odio

¿Qué se debe tener en la cabeza para acabar con la vida de alguien solo porque salió a la calle con la camiseta del equipo rival al de uno? Nada, tal vez un poco de aire para amortiguar el eco, pero en esencia sólo estamos frente a un gran recipiente hueco y hermético donde no hay cabida ni siquiera para el sentido común.

Uribe y 29 más

La política de Colombia tiene por momentos un suspenso sonso que trata desesperadamente de agregar intriga a la trama con un falsamente sorpresivo ‘spin off’ que realmente a la larga no sorprende a nadie.

El fallo aguafiestas

Las instituciones deben hacer lo que la Constitución les dice que deben hacer, esa es la lógica del aparato estatal, así es como se logra que el país siga funcionando.

El presidente no existe

Ese siempre ha sido el pecado del Presidente: la soberbia, esa obstinación de no mostrar debilidades aparentes y siempre tener la última palabra en todas las discusiones.