El buen aliado

Columnista Invitado

Parece que Colombia es el único país del mundo que en pleno mes de las mujeres atraviesa un día del hombre (oficialmente, el Día Internacional del Hombre es el 19/11, desde 1999). En vez de agrandar el oso con felicitaciones, que sea una ocasión más para incitar a los compatriotas a construir una sociedad sustancialmente más justa, digna e igualitaria; a que sean hombres confiables, estables, amables y genuinamente interesados en nosotras. Aquí va ¿mi regalo? Una lista de lo que yo he visto en hombres que han tomado medidas para convertirse en buenos aliados.
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Hoy, ser un buen aliado de las mujeres y la igualdad implica:

- Reconocer el grave problema de la masculinidad tradicional y cómo los afecta. Cuanto más frágiles, más violentos se vuelven; cuanto más inseguros, más atacados se sienten por el movimiento feminista. No queremos: mutilar sus genitales, impedirles educarse, exigirles que cuiden (gratis) el hogar o acorralar sus sueños y proyectos de vida, pagarles salarios menores, hipersexualizarlos desde la infancia, acosarlos por la calle ni violarlos. No queremos hacer nada de lo que ustedes, como género, han hecho con nosotras.

- Trabajarse la honestidad y la autocrítica por montones para aprender a comunicarse con sinceridad, a relacionarse con las mujeres desde el compañerismo y vernos como iguales, no como enemigas o subordinadas; para construir su autoestima sin necesidad de falsear a mujeres que utilizan y luego rechazan; mejor dicho, para explorar otras formas de ser hombre (no macho).

- Convertirse en hombres libres que disfrutan del amor, la familia y la amistad sin miedos, que confían. Que no se sienten obligados a hacer demostraciones constantes de su hombría a través de golpes, gritos y ademanes; que saben usar su poder sin dominar o hacer daño a las mujeres y a otros hombres. Que se responsabilizan de su parte en las labores domésticas y disfrutan de la paternidad y la crianza (que es mucho más que dinero). Que están dispuestos a redefinir la línea entre proteger, proveer y controlar.

- Soltar el exceso de ego y agarrarse de la valentía y la responsabilidad afectiva para dejar de buscar mujeres que les hagan terapia (y contra quienes luego se estrellan): su malhumor, sus caprichos, sus misterios, su indiferencia o sus desaires pueden derivar, entre otras cosas, de una niñez con grandes frustraciones, sí, pero hay especialistas (psicólogos, coaches, yoguis, chamanes…) apropiados e idóneos para ayudarlo a superar esos traumas. 

- Declararse abierta e incondicionalmente en contra de todas las formas de violencia contra las mujeres. 

En Colombia hay exceso de festividades y escasez de hombres así, que reflejen mejores formas de ser hombres, por el bienestar propio y de las nuevas generaciones. Por supuesto, las mujeres hetero también tenemos tareas: para empezar, elegir bien con quién compartir un tramo (largo o corto) de nuestra vida. Un buen aliado es un hombre “rebelde” frente al machismo y el patriarcado, un hombre con el que podemos hacer el cambio hacia una vida personal, política y social más pacífica, más amorosa, más feminista. Concuerdo con la escritora Coral Herrera: todavía son pocos, pero cada vez son más.

PAULA DELGADO MORALES

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