Ciencia y fe

Columnista Invitado

Kepler, Galileo, Newton son personajes de incalculable importancia que ayudaron a edificar la ciencia moderna y constructores de las teorías que permitieron entender el movimiento de los cuerpos, de los planetas, cambiaron nuestra visión del universo y de las leyes que lo rigen, colocaron las bases de la óptica, de la mecánica y de la física en general, pero, también tuvieron una vida marcada por la fe en Cristo. Kepler era luterano, Galileo era católico y Newton un cristiano antitrinitario. Vivieron entre 1571, año en que nació Kepler, y 1727, año en que murió Newton.
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Todos europeos, Kepler nació en Alemania, Galileo oriundo de Italia y Newton inglés. Vivieron en una época que despertaba del oscurantismo. Todos dejaron claro en sus escritos, que en su visión era la manera como Dios regía el universo.

La inspiración del trabajo de Kepler que investigaba modelos para las órbitas planetarias fue siempre la firme convicción de que Dios trabajaba como un arquitecto. El objetivo principal del joven Kepler era convertirse en pastor luterano, y fue en el seminario donde tuvo contacto con la astronomía, y mantuvo sus estudios teológicos con la firme intención de ser ordenado ministro.

En 1654 Kepler fue nombrado para asumir el cargo de profesor de matemáticas y astronomía en la escuela luterana de Gratz, Austria. Se vio obligado a aceptar, a su pesar, por razones financieras. A lo largo de su vida veía la teología en armonía con la ciencia.

Galileo fue uno de los primeros científicos en utilizar de manera sistemática las matemáticas como una herramienta para representar los hallazgos y fenómenos físicos. Católico, con dos hijas monjas, tuvo mucha influencia en el mundo eclesial. Galileo montó los cimientos sobre los cuales Newton desarrolló las leyes del movimiento y la teoría de la gravitación universal.

Por otro lado, las contribuciones de Newton a la física, las matemáticas y a la astronomía son fundamentales, aunque también dedicó su tiempo a la alquimia y a la teología. Con una fe profunda, Newton escribió mucho sobre Jesús, y para él, Cristo no tenía dos naturalezas: divina y humana. Para él, solo el Dios padre tiene una naturaleza divina. Estudió profundamente la Biblia y textos patrísticos para validar este punto de vista.

Newton siempre trató de mantener una gran discreción sobre sus ideas religiosas, ya que su trabajo se veía amenazado, pues los estatutos del Trinity College exigía que para convertirse en maestro tenía que ser ministro anglicano. Hubo una corriente filosófica, el determinismo, que defendía que las leyes de mecánica newtoniana eran capaces de prever todos los acontecimientos futuros del universo. Con esto de por medio, Dios quedaba al margen.

Así mismo han existido y existen innumerables científicos que no observan la separación entre la ciencia y la presencia de Dios, y esto no los ha limitado en alcanzar importantes descubrimientos y avances del pensamiento humano, entre ellos Nicolás Copernico, André- Marie Ampère, Alessandro Volta, Max Planck, Andrés Millikan, Schrodinger, Marconi, Thomas Alba Edinson, entre muchos.

Una época de la historia que frenó de manera determinante el avance de la ciencia fue la Edad Media, momento en el cual se regulaba los procesos de generación de conocimiento. Una institución que por su posición política, económica y social ejerció una veeduría sobre todo lo que sucedía en la sociedad medieval fue la iglesia católica a través de la Inquisición que se dedicaba a suprimir la herejía, fundada en 1184 al sur de Francia y activa incluso hasta algunos años del siglo XX.

Sin embargo, hoy por hoy la iglesia católica lidera procesos de investigación científica de alto nivel en campos como la cosmología, con grandes representantes como George Lemaitre (1894-1966), que propuso ideas tan representativas y desafiantes para el entendimiento humano como lo es el origen del universo a través de la teoría del Big-Bang.

Un ejemplo actual del protagonismo de la iglesia es el trabajo realizado por Manuel María Carreira Vélez (1931-2020), sacerdote jesuita, teólogo, filósofo y astrofísico español, fue miembro del observatorio Vaticano, asesor y colaborador de la NASA y docente universitario. Un defensor de la compatibilidad entre la ciencia y la fe, campos que en su opinión no han sido nunca opuestos ni podrán serlo.

Otro ejemplo es la madre Mary Kenneth Keller (1913-1985), religiosa católica pionera de la informática estadounidense y la primera mujer doctorada en informática en Estados Unidos. Participó en el desarrollo del programa Basic. Escribió 4 libros de informática, y fundó el departamento de informática de la Universidad de Clarke (Iowa).

De esta manera podemos apreciar que la ciencia y la fe pueden estar tan cercanas la una de la otra que se complementan y pueden coexistir, la una no niega la otra y son dos caras de una misma moneda.

 

ALEXANDER CORTÉS SOTO

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