El oscuro destino nuestro

Columnista Invitado

Todo en la guerra se vuelve negocio mortal. El Clan del Golfo, como antiguamente lo hizo Pablo Escobar, paga por los policías y soldados muertos. Ahora pagan por policías y antes por los secuestros de las Farc. Y también pagaban con ascensos y dinero por los falsos positivos. Querían muertos y los conseguían como fuera, discapacitados con uniformes, niños o mujeres que eran un trofeo para que al superior le reconocieran su labor. Tristemente, esto no acaba, parece que el destino del colombiano fuera su juego con la muerte, la mutilación y la venganza. Cualquier intento de vivir en paz es estigmatizado por los que le temen a la verdad.
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Y no ha llegado Gustavo Petro a posesionarse y ya le quieren algunos hacer un recibimiento que genere caos. Los egoístas preparan su huida y no quieren participar en la reconstrucción de un país destrozado que merece renacer. Deberíamos esperar antes de generar pánico y comenzar a huir hacia países como Costa Rica o EE.UU. (que pasa por un pésimo momento económico y que no parece que vaya a mejorar pronto. Pero con la guerra de Ucrania, están haciendo negocios). ¿Por qué no podemos trabajar y vivir en paz aquí? ¿Por qué llevamos tantos años dependientes de los carteles, de la guerrilla y de las fuerzas oscuras que deciden por nosotros? Es hora de trabajar por un nuevo país, de pulir la joya que tenemos, única en el mundo, de reconciliarnos.

Durante 300 años, en la colonia de este país, la gente vivió en paz. No había guerras ideológicas ni partidistas. Los máximos problemas que alteraban la paz de la colonia eran peleas de linderos, violencia familiar y abigeato. Desterraban en estas épocas patriarcales a las infieles a pueblos cercanos, como en caso de Micaela Mutis, una “criolla ilustrada” casada con Miguel Valenzuela en épocas de la independencia, según relata  Aida Martínez  Carreño. Esos eran los mayores escándalos en esa patria antigua y rural. Ahora, son masacres y asesinatos de policías, soldados y reinsertados, todo mientras que el gobierno saliente, uno de los peores de la historia, raspa la olla descaradamente.

DONALDO ORTIZ L.

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