Plataformas de movilidad y taxis

Columnista Invitado

Las amenazas de Hugo Ospina, un muy cuestionado y autoproclamado líder de los taxistas, resultan inverosímiles. El señor Ospina mandó esta amenaza con ribetes de sentencia bolchevique: “Nos vamos a tomar los aeropuertos”, lo cual, además de torpe, es inconstitucional.
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Llevamos años en la discusión sobre la necesidad de regular la coexistencia del servicio de transporte público con la natural emergencia de las plataformas de movilidad y ahora reaparecen los vociferantes con las antorchas encendidas que claman quemarlo todo, que no les sirve nada diferente a la prohibición total de las plataformas tecnológicas en las que cerca de 100.000 personas conducen un vehículo para devengar su sustento y hay casi 8 millones de usuarios en Colombia.

Estamos en el mundo transitando por la Cuarta Revolución Industrial (4IR) y ad portas de la 5IR, y sin embargo llegan estas iniciativas de prohibición que nos acercan más a las épocas medievales. ¿Qué tal que los fabricantes de velas pidieran prohibir el uso de bombillos o que los restaurantes con fogones de leña pidieran cerrar a los que tengan estufas con gas o eléctricas? ¿Se imaginan a las emisoras de radio que hubiesen pedido que el invento de la televisión no hubiese podido ingresar a nuestro país? No podemos ser tan miopes como para impedir la innovación tecnológica ni la evolución natural de los mercados que piden alternativas.

Bloquear las plataformas tecnológicas, como no ha pasado en otros países, multar hasta con 10 millones de pesos a personas como usted y como yo cuando acudamos a aplicaciones como Uber, DiDi, Cabify y otras, muchas veces después de intentar infructuosamente que un taxi nos preste el servicio luego de que a éste no le sirva el destino para el que queramos ir, es sencillamente un abuso.

La solución no es prohibir, sino hacer regulación inteligente para que se resuelvan problemas de movilidad, derecho al trabajo, seguridad social, servicio al usuario, pólizas de aseguramiento y otros. Hay que exigirle a unos y a otros, un servicio de calidad y hay que reconocer que puede haber distintos niveles de servicios si el mercado lo demanda. 

Al Gobierno le corresponde hacer una regulación justa, respetuosa e inteligente que no pase por encima de los demás, que entienda la evolución del mundo y que tenga como norte, servir mejor a los ciudadanos.

VÍCTOR SOLANO

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