La seguridad también debe ser total

Columnista Invitado

La viabilidad democrática consiste en combinar lo prometido con lo posible. Solo han pasado seis meses del gobierno Petro. La avalancha de propuestas de reforma en discursos trinados y perorados desde redes, podios y balcones han hecho parecer que el tiempo corre a velocidades cuánticas. Ha pasado un semestre no más de los ocho que son del Presidente.
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Reforma legislativa concreta fue la tributaria. Y en honor a la verdad, diferente al discurso que la inspiraba, es onerosa pero potable. Las otras por ley que se anuncian, salud, pensiones y mercado laboral, no parecen tan viables si son muy parecidas a lo esbozado en las arengas. Ya veremos si corren igual suerte que la tributaria al volverse razonables en el Congreso.

Las otras reformas que se harán por el Ejecutivo, como la veda petrolera, las liberaciones y negociaciones iniciales de la Paz Total, la intervención presidencial del mercado eléctrico, la política agraria y carcelaria, y la relajación policial frente a la hoja de coca, son menos pulidas en el esmeril de la discusión democrática, además de estar en cabeza de ministros hiperideologizados o sin sustento técnico suficiente.

Para éstas y para velar por el buen suceso del gobierno, de las reformas sensatas y de la institucionalidad, deben fortalecerse la sociedad civil, sus medios y redes y los accesos de esas voces a los estadios gubernamentales. La debilidad de la sociedad en ese papel, puede llevarnos a días aciagos.

En materia de seguridad, como se ha dicho tantas veces el primer valor social, es pronto todavía para evaluar al gobierno. Ya se conocen completos los datos del año 22 y los de enero, ambos con mensajes de escaso avance y mucho caos en la Fuerza Pública.

El gobierno Duque sin duda fue un retroceso. En lo económico, retrocedimos más de una década en cuanto a ingresos por colombiano, deuda pública y nivel de inversión frente al PIB. La COVID es corresponsable, pero el gobierno fue gastón y manguiancho.

Los acuerdos de paz no se hicieron trizas pero se encajonaron y perdimos cuatro años preciosos para aclimatar y desarrollar los puntos del acuerdo, los cuales, per se, son vitales para un futuro nacional sólido, más que para cumplirle a las desmovilizadas FARC.

Con esa actitud, reaparecieron Márquez y sus muchachos con la triple máscara de narcos, rebeldes y traidores a los acuerdos. También se fortalecieron las disidencias, los grupos armados de crimen organizado y el papel vindicativo de Venezuela como amparadora del delito, exacerbado por la confrontación directa de Duque con Maduro, hoy eliminada para bien de nuestros intereses nacionales.

Con Duque terminó 2022 con mil homicidios más que 2018 y aumentó de 25 a 27 la tasa de muertes por cien mil habitantes, a pesar del crecimiento de la población. Las masacres y sus víctimas al año, se multiplicaron por dos en el turno Duque. El secuestro creció en 50 casos por año. La subestimada extorsión pasó de siete mil denuncias en 2018 a nueve mil doscientas el año pasado. Los actos terroristas se multiplicaron por más de tres. Después de que el Mindefensa redujera irresponsablemente la erradicación de coca a su mínima expresión en 2014 aumentando las áreas de cultivo, el programa renovado que se inició a finales de 2015 se vio debilitado en 2022. Volvimos a tener 130 soldados y policías asesinados por año cuando eran 80, cifra ya trágica, en 2018.

Las muertes violentas siguen siendo catorce mil al año, aunque este enero muestra un comportamiento menos malo en homicidios y masacres. No ocurrieron actos de terrorismo ni acciones subversivas. El secuestro aumentó escandalosamente. Hubo menos incautación de cocaína y cero erradicación. Menos policías y soldados murieron o fueron heridos en enero, no sabemos aún si por eficiencia, inacción o por los ceses del fuego.

La Paz Total se justifica como osadía, si mejora la seguridad total. De otra manera, es un hueco negro que todo consumirá.

LUIS CARLOS VILLEGAS

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