Gestión del riesgo

Columnista Invitado

Esta semana la Ungrd emitió una alerta por el aumento en los niveles del río Magdalena y eventos de deslizamiento en diferentes municipios del departamento. El secretario de Ambiente, Felipe Barragán, afirmó que son 17 municipios los que registran más riesgo, entre ellos, Ortega, Planadas, Rovira, Roncesvalles y el Líbano. En 14 poblaciones ribereñas hay alerta naranja por peligro de desbordamiento del principal río del país. Además, se han registrado eventos de alta peligrosidad, en especial el represamiento del río Recio en el Líbano, generando altos riesgos para Venadillo, Lérida y Ambalema. 
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Entre Villarrica y Cunday se generó un deslizamiento afectando la vía que conecta a estos dos municipios, además, el cuerpo de bomberos de Villarrica no tiene convenio con la Alcaldía del municipio y no cuenta con los recursos suficientes para atender las emergencias generadas por el invierno. En el Cañón del Combeima las lluvias afectaron esa zona de la capital del departamento, el jefe de la Defensa Divil del Tolima, Mayor Fernando Vélez, informó que se registró una creciente en la quebrada Cay y deslizamientos en los sectores de Ramos y Astilleros. 

Los eventos generados por el invierno demuestran que la gestión del riesgo en el departamento del Tolima debe mejorar, la articulación de la Ungrd con los municipios no logra anticipar los eventos y mucho menos atender a las comunidades afectadas por las calamidades o las emergencias. Tan solo el invierno cada año genera serios problemas en los municipios de la montaña, afectando considerablemente la economía y la calidad de vida de los tolimenses.  Cada año, en cada invierno, se generan los mismos problemas y parece que a las autoridades regionales se les olvida atender con responsabilidad y anticiparse a los eventos que las mismas comunidades denuncian con antelación.  

A esta situación le debemos agregar la actividad del volcán Cerro Machín, en donde las alertas están prendidas desde hace bastante tiempo. La intervención de la Gobernación para el despliegue de acciones que permitan a las comunidades estar listas en caso de emergencia, brillan por su ausencia. Maquinaria amarilla abandonada, no hay comunicación con las comunidades y no se tiene información sobre planes de evacuación ante una erupción del que hoy se considera el volcán más peligroso de Colombia. 

Estas situaciones de riesgo y emergencia perjudican el bienestar de la comunidad. La falta de seriedad de algunas autoridades regionales y el abandono de sus responsabilidades, aumentan dramáticamente las posibilidades de no poder actuar de manera precisa ante los eventos que, hoy, ponen en riesgo a decenas de miles de habitantes en un departamento que necesita y reclama una verdadera acción institucional para la prevención y atención de emergencias.

MARTHA ALFONSO

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