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Ante el desempeño parcial de nuestros deportistas que ya compitieron en los Juegos Olímpicos de París 2024, en donde se han alcanzado una medalla de plata y ocho diplomas olímpicos (al momento de escribir esta columna) en contraste con las cinco logradas en Tokio 2020 o las ocho de Río 2016, titulares de la prensa y comentarios de propios y extraños se han apresurado a calificar la presentación como ‘preocupante’, ‘campeona de diplomas’ o ‘campeones morales’.
La eliminación de la selección femenina de fútbol en cuartos de final, las derrotas de las boxeadoras en semifinales , los ‘casi’ de los gimnastas, así como la no clasificación de los campeones del bicicross Carlos Ramírez y Mariana Pajón a las finales desataron esa fijación pesimista que cargamos de siempre, como una cruz, cada que nuestros atletas no logran los primeros lugares. Que son conformistas, que siempre faltan cinco centavos para el peso, que son ‘pecho frío’, que ya hicieron plata o que la culpa la tiene Petro son, entre otras, conclusiones atropelladas que resultan de esa mentalidad arraigada en no ver más allá de los resultados.
Mariana Pajón no tiene que pedir perdón, como lo hizo en medio de las lágrimas luego de su eliminación. Nada de eso. A ella hay que rendirle todos los honores posibles porque con sus logros es hoy una leyenda viva para miles de niñas y niños que ven en la bicicleta una oportunidad de emularla. “Tenía más corazón que cuerpo”, reconoció nuestra eterna reina olímpica, quien anunció que va por más.
Lo mismo sucede con ‘el Tigre’ Radamel Falcao García, quizás el futbolista colombiano más importante, que regresó a Colombia a cumplir su sueño de jugar en Millonarios, el equipo de sus amores, convirtiéndose en un fenómeno por el valor de su fichaje, la ilusión para los hinchas del equipo azul y el récord que impuso: vendió todos los abonos para el presente torneo. Sin embargo, en tres presentaciones con los ‘embajadores’ no ha logrado ‘meterla’ aún, por lo que la presión para que haga su primer gol es cada vez más apremiante, de lo contrario, escucharemos los ‘está viejo’, ‘debe retirarse’, ‘no tiene nivel’ y ‘fue un fracaso’.
Falcao es un señor, dentro y fuera de las canchas, que merece cada aplauso en los estadios a los que vaya porque con sus goles, su vida ejemplar como profesional y su calidad ha puesto el nombre de Colombia en lo más alto. A sus 37 años tiene intacto el sueño de niño: salir con su Millos del alma campeón.
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