La aparición de los desaparecidos

Darío Ortiz

Como no todo deben ser malas noticias, creo que es necesario sacar un espacio, un tiempo y un pequeño texto, para celebrar que aparecieron los desaparecidos. Desafortunadamente no me refiero a esos 81 mil desaparecidos que dejó el conflicto armado de los que nadie da razón, sino a los que han aparecido en estos días de paro, e incertidumbre.
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Han aparecido muchos que extrañábamos su ausencia, en algunos casos muy prolongada. 

Las ONG independientes hicieron listas de más de mil jóvenes desaparecidos durante las protestas, que se han ido reduciendo a poco más de un centenar de personas. Sin embargo no es a la aparición de ellos a la que me refiero, sino a otros muchos, porque tenemos un país lleno de desaparecidos. 

No sabíamos donde estaban, por ejemplo, los perdidos traquetos del Valle que se enfrentaban con otros carteles hace unos años, que amedrentaban con su sola presencia en las calles y que un día, extraditados unos poquitos, desaparecieron de la faz de la prensa, la fiscalía y la policía mientras ciertas zonas de Cali se llenaban de mansiones caribeñas en unidades cerradas y crecía imparable el negocio de la droga; pero no esa barata que esconden entre huevitos rurales, sino la valiosa, de millones de dólares, que sale debidamente revisada por la policía antinarcóticos en avionetas del jet set criollo. Aunque aparecían nuevos muertos, no sabíamos donde estaban los desaparecidos paramilitares que un día lucharon hombro a hombro con la fuerza pública contra campesinos inermes y guerrilleros mientras anegaban los campos de sangre, robaban la tierra y llenaban las ciudades de refugiados y pobreza, porque fueron negados después que el promotor de las convivir los legalizara a todos. Aparecidos ahora, unos y otros, en hermosas tardes soleadas, luciendo sus nuevos juguetes y disparando a indígenas y manifestantes delante de las cámaras, sin ningún rubor y con la protección que siempre les ha brindado la policía. Logros que solo hace la juventud gritona. 

Creíamos también desaparecidos a los que torturaban estudiantes y ultrajaban mujeres amparados por un sanguinario estatuto antiterrorista en bodegas anónimas y caballerizas, pero aparecieron y ahora ellos mismos graban y publican lo que en el pasado intentaron borrar. ¡Qué buena noticia saber donde están!

Sin embargo lo que de verdad me alegra, es ver que aparecieron por fin los que conocíamos sólo por estadísticas y que sin embargo niegan tres veces, como niegan los muertos, y los atropellos, y los paras, y los traquetos que no volvieron a buscar. ¡Aparecieron los pobres, multiplicados como los panes y los peces! ¡Vaya milagro de Duque que algo bueno nos tenía que dejar! Al fin saltaron de las cifras publicadas de miseria y desempleo, y hechos de poca carne y muchos huesos los vemos en las calles exigiendo algo, mostrando que existen los desaparecidos, los que nacieron en paro porque que no producen, porque no tienen empleo, ni estudio, ni futuro diferente a lograr que en un año aparezcan los votos que cambien su suerte. 

DARÍO ORTIZ

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