Los 10 invitados

Darío Ortiz

Hay quienes dicen que en Colombia están pasando cosas graves y otros opinan que es un paraíso donde no dejan trabajar en paz porque todo va bien y mejorando. Para aclarar mis dudas decidí invitar a cenar a 10 personas que representaran al país estadísticamente, en un ejercicio imaginario.
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Como hay 35 millones de adultos en Colombia, cada invitado equivale a tres millones y medio de personas. En esta cena colombiana para 10, siete invitados son pobres o vulnerables porque ganan menos de 600 mil pesos mensuales y los otros 3 son clase media porque ganan más de eso. No hay ni uno de clase alta porque esta no suma ni el 10% de la población. Exclusivamente esos 3 podrían llegar en un auto de 35 millones. Aunque 4 viven en alguna clase de casa propia que 3 están pagando todavía y uno tiene tierra, algún tipo de tierra, no mucha, ya que el 1 % de las fincas ocupan el 81 % del total.

De esos diez no hay ninguno que tenga una casa, una finca o un negocio que valga 350 millones de pesos o más, y no porque no quiera invitarlos, sino porque en Colombia ese patrimonio lo tienen únicamente 724 mil personas. De ellos 39 mil tienen un capital de un millón de dólares y ricos en dólares hay unas 2000 personas. Por eso de los 10 solo uno pagó renta, los otros contribuyeron al estado con impuestos indirectos al fumarse un cigarrillo, tomarse un tapa roja o comerse un helado.

Fue difícil pedirles que asistieran a la cena porque 2 tienen computador, y celular únicamente la mitad. Curiosamente esos mismos están ocupados, como los llama el Dane y es en esa mitad que se mide el desempleo. O sea que de los 10 hay cinco ocupados y de esos, 1 está desempleado. Mejor dicho, para no enredarnos, de los 10 trabajan 4 y de esos sólo 2 con empleo formal. A esos dos el Estado quería morderles, con un impuesto, un porcentaje de su salario para ayudar a los 6 que no están ganando nada.

No necesitamos ser expertos para saber que esas cifras no son buenas y que el asunto está muy mal. En las democracias parte de la solución está en el voto, elegir bien. Pero de mis 10 invitados, aunque todos están inscritos, votaron 5 y de esos 3 vienen votando igual desde hace mucho. La mitad que no votó, no sabemos si es la misma que está desocupada o si es parte de los 6 pobres. Si creemos que cambiar esto depende del estudio hay una mala noticia, solo 1 es tecnólogo o profesional, 3 mas terminaron educación media, y otros 2 terminaron secundaria. De los otros cuatro, si viven en la ciudad todos sabrían leer y escribir, si viven en el campo uno sería analfabeta. Al final en esta mesa de diálogo tampoco resolvimos nada, pero la cena me la agradecieron mucho, sobre todo cuatro, porque para dos era el segundo plato del día y los otros dos pudieron comer hoy porque no lo hacen a diario.

DARÍO ORTIZ

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