El incendio de la casa de infancia de Álvaro Mutis, uno de los íconos de la literatura colombiana de todos los tiempos, unido a las inconclusas obras de infraestructura de la ciudad y a las recientes cifras de desempleo en Ibagué; muestran una clara radiografía del bajo punto en el que estamos o peor aún, de lo que somos.

Con perplejidad leí en este diario la extensa entrevista que le hacen a Greis Cifuentes, la secretaria de Cultura de Ibagué, sobre los ejes principales del Plan de Desarrollo de Cultura para la ciudad, en los que al parecer no está incluido por ninguna parte el Museo de Arte del Tolima, ubicado hace 17 años en el barrio Belén.

Con la llegada de vacunas para el 0.05% de la población colombiana, asistimos perplejos a otro show televisado de nuestro presentador presidente a quien ya piden clamorosamente que le prolonguen su contrato dos años más. Celebrado como un triunfo de la selección Colombia, Duque y miembros del alto gobierno se tomaban fotos con la V de la victoria, mientras una voz femenina narraba el acontecimiento como si fuera la llegada de la selección victoriosa o un desfile del reinado de belleza. Un acto de circo para vacunas que cubrirían plenamente sólo 25 mil personas, cuando en el mundo la cifra es cercana a los 200 millones de vacunados y en Sur América existen ya 16 millones de dosis, remarcando la ridiculez del festejo.

Hoy hace 15 años murió mi padre, el intelectual chaparraluno Darío Ortiz Vidales, quien fuera político, abogado, periodista, historiador, escritor, así como talentoso pintor aficionado de escasa producción.

Así, con esa frase contundente, comienza uno de los videos promocionales del mega proyecto Arena del Río que se construirá próximamente en Barranquilla. Una estructura multifuncional para eventos, espectáculos y partidos de fútbol, con graderías para 55 mil espectadores, techo y suelo retráctil, centro de convenciones, hotel cinco estrellas, museo y demás exquisiteces que al parecer lo hacen único en su tipo en América Latina. Un lujo de proyecto que dará 9 mil empleos directos y moverá chorros de inversión extranjera y dinero fresco para la ciudad. Arena del Río sería el cuarto estadio de la ciudad y el noveno Museo.

El muy lamentable fallecimiento del ministro de Defensa Carlos Holmes Trujillo se suma a la dramática y larga lista de personas que han fallecido producto del Covid-19, enfermedad que no respeta ideología, ni condición social o económica; y la partida de un político de su talla, y pieza invaluable para su partido Centro Democrático y para el gobierno nacional, es un amargo recordatorio del pésimo balance de la administración Duque al frente de la pandemia.

Buscando motivar decisiones judiciales favorables y tratando de sacar réditos políticos en medio de la adversidad, el partido de gobierno ha desplegado una interesante campaña alrededor del caso Uribe, orquestada una parte desde el mismo palacio presidencial incluso antes de que se hiciera pública la decisión, bien sea porque de pronto nuevamente chuzaron la Corte o porque el mismo Senador y sus abogados sabían que los jueces, actuando en derecho, probablemente ordenaban su detención.

Al mejor estilo del renacimiento italiano cuando papas, duques y príncipes conseguían el poder en medio de los crímenes cometidos por sus hermanos, padres y parientes, en nuestra república tropical se ha vuelto cada vez más común que la dirigencia política tenga parientes cercanos condenados o sindicados de pertenecer al mundo del crimen organizado. Una “tragedia familiar” que ellos siempre intentan ocultar o minimizar y que cuando los periodistas la ventilan es considerada hasta por el señor Presidente un acto de “vileza y difamación” o si el pronunciamiento es de las cortes es pura “persecución política”.

Acostumbrada a acatar todas las órdenes de la autoridad duró semanas pensando cómo iba a llevar a su gato a la veterinaria, entre otras para que le renovaran una vacuna inaplazable en medio del aislamiento obligatorio.

Como en las páginas más oscuras de la historia nazi y en las lúgubres descripciones del Ministerio de la Abundancia en “1984”, la famosa novela de George Orwell, donde mantenían a la gente al límite de la subsistencia, el Presidente y los alcaldes compiten en la construcción de un régimen al cual la palabra facho le ha quedado corto. Aprovechando la loable causa de tener dominado el crecimiento del virus, han intentado, decreto tras decreto, cambiar el necesario “distanciamiento social” por el abusivo e inconstitucional “control social” a partir de artículos, aplicaciones y parágrafos oscuros que ni siquiera tuvo Hitler en su lucha antisemita.