El terrible Predial

Eduardo Durán

Los alcaldes de la mayoría de municipios deberían pensar en hacer un análisis juicioso y justo sobre los alcances que ha tenido el impuesto Predial en los últimos años, pues cada vez que se distribuyen los recibos, provoca toda clase de reacciones desesperadas y creemos que a muchos les asiste toda la razón.

Los rangos para cobrar el impuesto han sido amplios, ya que Catastro tenía retrasadas las actualizaciones, pero en la medida en que ha venido colocando los valores cerca del precio real, para muchos ese impuesto se ha vuelto impagable, o por lo menos se ha convertido en un tormento, al tener que dedicar todos sus ahorros y aún apelar al crédito, para poder responder a los requerimientos de las alcaldías.

Esa situación la hace convertir en una injusticia que seguramente dejará grandes repercusiones, como el desestímulo para invertir en propiedad raíz, o lo que es peor, acudir a la estrategia de vivir de arriendo, para librarse de esas cargas onerosas que hacen padecer a los contribuyentes.

No es justo que para muchos, represente un escenario en el que tienen que sacrificar sus escasos ahorros para entregárselos al Estado a través de un instrumento impositivo tan exagerado.

En un sistema equilibrado en lo fiscal, excesos como este no se pueden presentar ni tolerar, pues no solo afectan el conjunto de la economía, sino que significa el empobrecimiento de mucha gente, que no puede soportar la enorme carga de tener una vivienda propia.

Muchos alcaldes han encontrado una vía fácil para acrecentar sus arcas, incrementando los impuestos, sin medir el enorme impacto en la población. Algunos han dicho en los medios que están atentos a oír las quejas y a procurar revisiones, pero creo que cuando un reclamo es generalizado, como lo es éste, la iniciativa para estudiar la situación y aplicar correctivos, debe venir del mismo organismo que impuso los tributos, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de la gente carece de habilidades y mecanismos para tramitar esta clase de reclamos.

A todo esto se suma la poca efectividad de esos impuestos en la solución a los problemas citadinos, pues los ciudadanos, al abordar la calle, cada vez encuentran más problemas derivados de la poca atención del Estado para solucionarlos.

Y como si fuera poco, la economía esta exhibiendo signos de desaliento, lo que se traduce en menos ingresos y en devaluación de los bienes inmuebles.

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