A mi hijo lo corrijo yo

Ernesto Monroy

Tratar el tema de la extradición en estos momentos y otrora, representaba todo un arriesgado evento para quien decidiese hacerlo. Si se estaba a favor de la misma, entonces se generaba un espacio en el cual los posibles candidatos a desfilar por el aeropuerto con dicho rumbo, lo convertían en objetivo para la sustracción de materia y, por otro lado, muchos en nuestra sociedad se encargaban de tildar a quien se aventuraba en esa opinión, de ser un lacayo del sistema estadounidense.
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El estar en contra de este proceso representaba teñirse de colaborador y estar al servicio de las mafias o sencillamente estar recibiendo algún beneficio, por hacer el mandado de expresar su negativa al proceso.

Hoy no es que hayan cambiado mucho las cosas, aunque con un escenario de oficialidad por la posición que asume el presidente, Gustavo Francisco Petro Urrego, en la que se deja entrever, la no satisfacción total con el proceso de extradición, hecho que le ha causado alergia especialmente a muchos opositores y a otros admiración.

En el presente artículo, enunciaré diez (10) argumentos sobre los cuales abierta, de frente y decididamente, me declaro opositor a los procesos de extradición, no sin antes de soportar con cifras y argumentos, como me gusta hacerlo en cada una de las premisas sobre las que erijo mi concepto.

Vale resaltar de la misma forma, que en ningún momento lo expuesto, puede llegar a comprometer al periódico EL NUEVO DÍA, diario en el cual con gallardía y gentileza me han permitido siempre expresar mis opiniones. Entre ellas las siguientes:

1. Mi hijo lo corrijo yo. Gráficamente, un padre no le puede entregar su hijo a un vecino para que lo corrija cuando ha cometido un error, o le ha afectado su normal vivir; más aún cuando dicho colindante, de igual forma comete faltas. Esta analogía nos conduce a pensar que nuestro sistema legal es débil, que la autoridad está gravemente cuestionada, lesionada. Que la justicia jamás se puede negociar, pero en nuestro país es comercializable. 

2. La moral de los Estados Unidos de Norteamérica. Un tema de mucho que hablar, por ser un país en el cual el desarrollo contrasta con la barbarie, con la discriminación, la injusticia, la desigualdad. Indiscutiblemente los contrastes extremos, pero coloridos ante el mundo, de tal manera que por muy descompuestos que sean los hechos, no sucede nada porque sencillamente pasa en esa “gran nación”.

3. El daño social y económico en Colombia. El narcotráfico representa beneficios económicos para quienes incursionan en ello y para muchos que reciben dividendos por el ingreso de dinero del exterior, hecho contrario para Estados Unidos, por la fuga de capitales. 

Considero que tras de esto existe otra realidad, como el daño que se le produce a nuestra Nación, por la limitación en la posibilidad de producir alimentos, la restricción ilegal por muchos narcotraficantes al acceso de tierras, el elevado costo que imponen en el mercado para su adquisición, contrastando con el bajo valor que regularmente aplican bajo amenazas cuando compran, el desplazamiento forzado de campesinos, que debilita el sistema rural de producción cuando se ve sustituido por cultivos de uso ilícito.      De igual forma, los problemas de orden social, como inseguridad, violencia claramente evidente, concentración de poder, prostitución, corrupción de políticos, de líderes comunitarios y descomposición social por falsas expectativas. Si esto no es un daño a Colombia, en el cual también es responsable Estados Unidos por dichos eventos, entonces; ¿Qué lo es?      

4. ¿Cuántos narcos colombianos por delincuentes norteamericanos? Hablar de bilateralidad en el proceso de extradición a partir de los acuerdos no es real. Valen algunas reflexiones al respecto, como el tener en cuenta que por cada narcotraficante en Colombia, como mínimo hay 1, 2 o más en Estados Unidos, que con su actuar delincuencial de una u otra forma, tendrían que ser vinculados a los daños sociales y económicos que se producen en nuestro país por su actividad ilícita y aunque es mucho lo que se habla sobre el caso, en realidad no hay relevancia, porque en definitiva poco o nada valemos como sociedad ante la de los Estados Unidos.

5. Un sistema judicial incompetente. Se reconoce y acepta la incapacidad, la debilidad en juzgar y sancionar, la flexibilidad de las leyes colombianas sobre las estadounidenses y la impunidad amparada en la inmunidad frente a todo lo que ellos hacen. Es así, los estadounidenses que han cometido delitos en Colombia, son trasladados inmediatamente a dicho país sin que se le permita a la justicia colombiana y a las víctimas recibir justicia por los eventos en los cuales se vinculan estos individuos; basta con recordar hechos como, los de los “53 menores de edad fueron abusados sexualmente por mercenarios, quienes además filmaron y vendieron las cintas como material pornográfico”  (Vega, 2015, p. 52), el secuestro y violación de una menor de edad de 12 años, en el 2007, en Melgar (Tolima), por parte del sargento segundo Michael J. Coen, entre otros. Todos estos casos en la impunidad, bajo el manto de inmunidad. De la misma forma, observemos la siguiente información porcentual.

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6. Vale más un delito en Estados Unidos que en Colombia. Es lamentable que el juicio de valores se incline por completo a favorecer a la sociedad norteamericana, altamente consumida en la drogadicción, la violencia, corrupción y toda una serie de males sociales en los que se culpa a Colombia, por venderles narcóticos, sin tener en cuenta su responsabilidad, por los delitos que se ocasionan en nuestro país en el afán de producir, para satisfacer el elevado consumo y dependencia de su sociedad.

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7. Las víctimas. Uno de los principales argumentos lo constituyen las víctimas del narcotráfico, quienes regularmente no llegan a recibir justicia por los daños que se les causa con esta actividad. Daños como el desplazamiento, homicidio, secuestros, expropiaciones y demás.

8. La imagen de Colombia ante el mundo. No solo se lleva a cuestas una pesada carga, por estar marcados a nivel mundial como el principal o de los más destacados países productores de narcóticos, sino también el compartir la mala imagen de ser indignos para juzgar a nuestra sociedad. No en vano nos hemos ganado esa fama, que nos enfrenta en muchos países a ser indeseables para ellos.

9. Paralelismo de poder judicial. Bajo el pretexto de acuerdos internacionales bilaterales se teje la urdimbre, que le permite a una nación extranjera como Estados Unidos, asumir responsabilidades judiciales con múltiples narrativas, para intervenir en nuestro propio sistema.

10. Coerción contractual. Colombia cumple o cumple con la extradición, de tal forma que se le impide a los gobiernos de turno, tomar el tema con fines de cambio, eliminación o resignificación de dichos tratados, bajo la amenaza de descertificación, represión o recorte de apoyos o la transferencia de recursos económicos y otros eventos que solo ratifican nuestra inferioridad frente al problema…Vale reflexionar si es válido o no seguir alimentando tanta inoperancia, indignidad y servilismo o reflexionar al respecto.
 

ERNESTO MONROY GONZÁLEZ

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