Más allá del conflicto armado

Camilo González Pacheco

Algunos politólogos han concluido acertadamente en sugerir que la etapa siguiente a un eventual fin exitoso de las conversaciones que se adelantan en La Habana con las Farc, debería de llamarse de post-acuerdo y no de post-conflicto. Aunque parezca un poco baladí, la precisión semántica tiene un importante significado, por cuanto es necesario aclarar que un eventual acuerdo con las Farc daría por terminado una parte del conflicto armado interno, el más antiguo y sangriento, ( falta el ELN) pero no acaba con el conflicto en Colombia, que no sólo es armado, sino también cultural, económico y social. En otras palabras, la etapa exitosa del post-acuerdo con las Farc, constituye un aporte importantísimo en la consolidación del avance de superación de retos esenciales propios al post-conflicto. De ahí, entre otros factores, su indiscutible importancia.

En efecto, al minuto siguiente de la firma exitosa del acuerdo mencionado, de seguro se registrará una lesión, un atraco, una riña, un homicidio en cualquier lugar del país. Bajar esos niveles de violencia y criminalidad, -14.294 homicidios en 2013 según Forensis, para citar un ejemplo- constituye tarea prioritaria para adelantar, en una etapa de post- acuerdo que consolide avances en el post-conflicto, con efectos reales en pacificación y convivencia. O sea, la terminación del conflicto armado hace parte de la paz, pero no es la paz total. En 2013, el 80 por ciento de los homicidios no está –según Forensis- relacionado con el conflicto armado. Aportará –con un final feliz del proceso- en la disminución de índices de violencia y criminalidad, pero no constituiría el final de los conflictos y la violencia en Colombia, que en mucho seguirán dependiendo, sobre todo en relación con homicidios, de la delincuencia común, el trato intolerante entre los ciudadanos y la violencia intrafamiliar.

Para la muestra dos botones pertenecientes a Bogotá, con características nacionales: los bogotanos se mataron y lesionaron más que en cualquier otra fecha del año el día de la Madre y en las noches de victoria de la Selección Colombia en el Mundial en Brasil. Y otro dato, los colombianos por lo general se matan más entre familiares, amigos y vecinos, que entre desconocidos y enemigos. Y otro detallito, esas muertes ocurren por lo general los fines de semana y festivos.

Conclusión: los muertos en combate dentro del conflicto armado en Colombia son minoría (6%) frente a los causados por asuntos relacionados con convivencia (33%) cuando las víctimas estaban en su tiempo de descanso, combatiendo contra el tedio existencial, en especial los domingos. Post-conflicto, entonces, constituye parte de una etapa con mayores niveles de convivencia, más allá de la confrontación armada. Por ende, la terminación del conflicto armado interno, tiene inmensa relevancia en la búsqueda de la paz duradera para Colombia. Pero solo es una parte. No el todo. Todavía nos queda un camino largo por recorrer. Pero la firma de la paz, es un buen comienzo. Un punto de partida, no de llegada

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