La Primera Línea, ¿nuevo partido político?

Guillermo Hinestrosa

Difícil aplicar los clichés del Siglo XX a la convulsa sociedad post Covid del Tercer Mundo. En una economía donde agricultura e industria sumadas apenas alcanzan el 20 % del PIB, la clase obrera perdió su importancia revolucionaria. Asia concentra cada vez más la producción industrial del mundo, tercerizada por conglomerados financieros occidentales y controlada por los “comunistas” chinos.
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En Colombia dirigentes gremiales y sindicalistas resuelven sus mínimas diferencias en las asambleas de la OIT celebradas en Ginebra (Suiza), brindando con champán todos los años. Ambos hacen parte de ese país luminoso que exalta Procolombia en el extranjero. Ese que “es pasión” y “realismo mágico”, pero que esconde su cara oculta, desamparada y rebelde. Casi no tiene proletariado, pero sí “precariado”. Una clase social emergente y mayoritaria que más nos vale reconocer e incluir.   

El concepto es del economista británico Guy Standing y lo aplicó inicialmente a los grupos sociales vulnerables de la Europa oriental, una vez caído el Muro de Berlín. Pensionados a los que la inflación les desapareció las mesadas de la era socialista. Pero aplica también para los millones de familias latinoamericanas que se rebuscan la vida en la calle y llevan quince meses sobreviviendo al debe. Inmigrantes, ninis, madres cabeza de familia desempleadas, mototaxistas, domiciliarios, recicladores. Ese ejército de trabajadores informales que escarban su sustento en los márgenes de sociedades inflexibles y excluyentes. 

Ofrecen chucherías de temporada, falsificaciones de marcas acreditadas, libros y software piratas, cigarrillos, licores, drogas, chance ilegal, repuestos robados. Esquinas, andenes y parques les son “alquilados” por pandillas que se han repartido el espacio público en fronteras invisibles obligatorias para prostitutas, vendedores de artesanías, arepas, chorizos y aguacates. Cada día dependen más de las mafias, pero nos declaramos sorprendidos por el surgimiento de movimientos como “La primera Línea”, protagonista de desórdenes y actos vandálicos desesperados en contra de ese país luminoso que les ofrece como solución ampliar las burocracias de los organismos de control “para que los políticos no se roben la plata del pueblo”.

La noticia es que El 20 de julio se autoproclamaron partido político: “Entendemos que no podemos dejar nuestro destino en manos de los políticos de carrera quienes desconocen nuestras realidades y necesidades… Es el momento de asumir el reto y llegar al Congreso de la República, como lo que somos, como lo que hemos representado durante este paro nacional, La primera Línea de resistencia, cambio y esperanza”.  

La revista Semana ya los graduó de grupo criminal. Deberían permitirles ensayar la democracia. Según Standing: “El ‘precariado’ es una clase social muy radical, la única que quiere ser lo suficientemente fuerte para abolirse a sí misma”.

No me hago ilusiones. Como lo repite el colega Guillermo Pérez: “Con la legislación actual, en Colombia es más fácil conformar una guerrilla que fundar un partido político”.

GUILLERMO HINESTROSA

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