Les saldremos a deber

Guillermo Hinestrosa

El gobierno de Iván Duque será recordado por sus ministros estrella Alberto Carrasquilla y Karen Abudinen. Carrasquilla, como el Cid Campeador, regresa a la Junta Directiva del Banco de la República, por un periodo de 12 años. Lo tendremos en el Banco Emisor acompañado por Bibiana Taboada y Mauricio Villamizar, segundas voces que Duque acomodó para entronizarlo como Gerente, una vez venza el periodo de Leonardo Villar.   
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El gobierno de Iván Duque será recordado por sus ministros estrella Alberto Carrasquilla y Karen Abudinen. Carrasquilla, como el Cid Campeador, regresa a la Junta Directiva del Banco de la República, por un periodo de 12 años. Lo tendremos en el Banco Emisor acompañado por Bibiana Taboada y Mauricio Villamizar, segundas voces que Duque acomodó para entronizarlo como Gerente, una vez venza el periodo de Leonardo Villar.    

Como ministro de Hacienda de Uribe promovió el Acto Legislativo 04 de 2007, el CONPES 3463 de 2007 y la Ley 1176 de 2007, para que prestamistas particulares (diferentes a entidades financieras) pudieran recibir, en patrimonios fiduciarios, las transferencias de agua y saneamiento básico que la Nación les hace a los municipios. Luego, con el sombrero de la banca de inversión Konfigura y asociado con sus antiguos subalternos Andrés Flórez (exdirector de Fogafin) y Lía Heenan (expresidente de Cisa), lograron que 117 alcaldes se endeudaran en $440.000 millones, por 19 años, al 14,67% (UVR + 11%), incluidas comisiones del 3 % anual para los estructuradores. Incluyeron una exótica cláusula de “imposibilidad de prepago”. 

El único beneficiario de este modelo de negocio fue el Grupo Financiero de Infraestructura, GFI Ltda, que fondeó los famosos “Bonos Carrasquilla”. Nunca se volvió a usar. Según la Contraloría “La intervención del Gobierno Nacional a través de la operación de rescate, representó un beneficio para el GFI de $37.451 millones y desde 2014 ha costado $31.902 millones al PGN” (CGR, marzo 2019). El segundo debut de Carrasquilla fue su arrogante desempeño que desencadenó un estallido social con un costo de $6,1 billones, según Fedesarrollo. 

En momentos en que pierde prioridad lo ideológico, para enfatizar la ética en el manejo de lo público, sorprende que los ilustrados precandidatos Alejandro Gaviria y Juan Carlos Echeverry no solo aplaudan la provocación que significa el desacertado nombramiento, sino que feliciten a Colombia por tan insospechado beneficio.

Pasemos a la segunda celebridad, la ministra Karen Abudinem. Le estalló el escándalo de haber adjudicado un contrato por $1.07 billones, para instalar centros digitales en escuelas rurales del país, con garantías bancarias chimbas. Hemos venido descubriendo los vínculos de Centros Poblados con personajes como Emilio Tapias y Álvaro Cruz, condenados por el cartel de la contratación en Bogotá. El caso es la punta del iceberg, pues firmas asociadas a la unión temporal tienen decenas de contratos con otras entidades del Estado (Invías, construcción de escuelas en el Huila, etc.), que deberían ceder por cuenta de la declaratoria de caducidad.

Sura me acaba de exigir originales y corroboró todos mis datos, para expedir una póliza de arrendamiento por $2 millones mensuales. Pero al equipo de abogados expertos en contratación del Mintic, supervisor e interventores les bastó el “principio de buena fe” para presumir auténtica la garantía bancaria de $1´070.000’000.000 (un millón setenta mil millones de pesos), presentada en PDF).  

Karen no es de la Sergio, pero fue compañera de Duque en el BID y hace parte del clan político- empresarial que consiguió la Procuraduría. Una organización multipartidista que tiene precandidato a la presidencia y firmes promesas de apoyo conservador en la tierra del Bunde. 

Todos los presidentes han tenido malos ministros, pero pocos deciden premiarlos.  Quizá como desagravio a sus actuales tribulaciones, Abudinen termine postulada a la Corte Constitucional.

 

 

GUILLERMO HINESTROSA

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