Agua pasó por aquí…

Guillermo Hinestrosa

Nuevamente se desborda el río Combeima e Ibagué entra en emergencia. Por fortuna no hubo muertos, como en 1959 o 1987, aunque decenas de familias volvieron a perder su techo, tal como ocurrió en 2009. Ocasión en la que el Gobierno Nacional quiso darle solución definitiva a la problemática, mediante el Conpes 3570, que dispuso “realizar los estudios de amenaza, vulnerabilidad y riesgos de esta zona, donde el objetivo principal es garantizar el abastecimiento de agua en la ciudad de Ibagué”. Se impartieron tareas y responsabilidades.
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Alcaldía, Gobernación, Ministerio del Medio Ambiente y Cortolima se comprometieron a reubicar familias, modificar los usos del suelo, proteger la cuenca y hacer cumplir las normas. Se instó también a erradicar la ganadería y agricultura en las laderas e impedir la reurbanización de la cuenca, en especial en los barrios del sur. 

La zona del Cañón es ideal para el ecoturismo que se impone en el mundo: ciclismo, montañismo, senderismo, alpinismo, fotografía, jinetes; observadores de aves, mariposas y plantas. Actividades incompatibles con chivas regetoneras, busetas y vehículos particulares que congestionan la maltrecha vía para participar en la feria del aguardiente, el chorizo, la arepa con queso y los sancochos con leña que deforestan y contaminan nuestras fuentes de agua.  

Pero incumplimos los compromisos y el drama se repitió. Son más de dos mil familias las que deben reubicarse. Los gobernantes extienden la totuma de la solidaridad para ocultar su mal ejemplo. La Dirección Espacio Público y Control Urbano de la Secretaría de Gobierno está pintadita en la pared. los inspectores de policía se han hecho los de la vista gorda con invasiones y usos inadecuados del suelo, instalación ilegal de antenas (recordar caso PHOENIX TOWER INTERNATIONAL COLOMBIA LTDA, Inspectora Sexta, en la ronda de la quebrada Las Panelas), o cuando los políticos construyeron o ensancharon mansiones sin llenar requisito alguno. Villas y chalés conviven con cambuches y enramadas levantadas sin autorización de nadie en las laderas y ronda hídrica del Combeima.

El caos no es exclusivo de Villarrestrepo, Llanitos y Pastales. 

En La Martinica un emprendedor religioso erige una réplica del Cerro de las Tres Cruces. El improvisado santuario ya generó una profunda cárcava que intenta remediar con “trinchos” de guadua. Desde la calle 25 son notorias las terrazas que prepara para acoger a los devotos que asciendan la cuesta y lo bendigan con ofrendas. Metros arriba otro hacendoso guadañó no menos de 10 hectáreas de ladera. Una enorme tajada, en forma de cuerno, que arrasó fauna y flora para sembrar alguna exótica especie con tecnología de escopeta. Señores de Cortolima: el daño que le están causando al cerro de la Martinica, en todos sus costados, debe detenerse y ser reparado. Amenaza la estabilidad de la variante y al propio río.    

Cambiando de tema, la próxima semana regresa nuestro alcalde de sus vacaciones por Europa. Conociendo su laboriosidad, no descartamos que haya visitado a nuestros proveedores del lago de Ginebra, rogado en Fátima por los damnificados y la adecuada compactación de bases, columnas y zapatas de la malhadada USI de Picaleña. 

No sería de extrañar un nuevo milagro, luego de que el subcampeón de la licitación terminara construyendo la obra del contratista vencedor. Quizá fue en la tierra del bunde donde Pacho Maturana acuñó aquel famoso proverbio colombiano: “Perder es ganar un poco”.

 

GUILLERMO HINESTROSA

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