Ni soberbias ni vanidades

Guillermo Pérez Flórez

¿Cuántos muertos, lisiados y desaparecidos nos costará esta reforma tributaria? Y no lo digo solo por los enfrentamientos entre la ciudadanía y la fuerza pública, que han llegado a adquirir perfiles de guerra. No. Me refiero a las consecuencias sanitarias que se derivarán de las aglomeraciones. Pido a Dios que me equivoque, pero en dos semanas las UCI podrían estar desbordadas, sin capacidad para atender a las miles de personas contagiadas por Covid-19.
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Duque y Carrasquilla se han equivocado de cabo a rabo y ahora todos pagaremos los platos rotos. Bueno, todos es solo una expresión. Es probable que al arrogante ministro lo premien, y se caiga para arriba, aprovechando que aquí no se cumple ni la ley de la gravedad. Y se han equivocado porque la reforma no es la que el país necesita, ni era el momento para presentarla. Erraron también la manera en que la elaboraron.

Sin consultar con nadie, ignorando la crisis. Como si fuese una más de las treinta reformas tributarias de los últimos años. Creyeron que un título cantinflesco era suficiente: “Por medio de la cual se consolida una infraestructura de equidad fiscalmente sostenible para fortalecer la política de erradicación de la pobreza, a través de la redefinición de la regla fiscal, el fortalecimiento y focalización del gasto social y la redistribución de cargas tributarias y ambientales con criterios de solidaridad y que permitan atender los efectos generados por la pandemia y …”. ¡Ooole! No sabe uno qué pensar, si es ingenuidad o cinismo. Después supimos que el proyecto no lo había leído ni Duque, pues ignoraba que se gravarían con IVA los servicios funerarios, según le confesó a la zarina del periodismo criollo.


La economía no debe analizarse desde los escritorios. Hay que consultar la calle. La pobreza y la miseria rondan millones de hogares, las cifras del DANE son estremecedoras e indignantes. Bastaron dos columnas de Vargas Lleras para que el gobierno retirara la propuesta de grabar los patrimonios de más de 5 mil millones de pesos con el tres por ciento, pero no es suficiente el clamor popular en las calles. En junio de 2019, Portafolio publicó un estudio de Planeación Nacional y el DANE, que atendiendo criterios del Banco Mundial y el BID, determinaba que el 71% de la población tiene un patrimonio de menos de ¡10 mil dólares! Esa es nuestra cruda realidad.


Human Rights International afirma que “desde el inicio del Paro Nacional, el 28 de abril, 35 civiles han sido asesinados, una mujer denunció haber sido violada por el ESMAD, hay 31 personas desaparecidas y 45 Defensores de derechos humanos agredidos”.  Para colmo, Uribe anima a la fuerza pública a usar las armas, como si en este país no hubiera Estado de derecho y los conflictos sociales se pudieran solucionar al estilo del presidente de Filipinas, que incita a matar a todo aquel que se involucre con el tráfico de drogas. La situación exige altura de miras y empatía. La protesta callejera es una bomba de tiempo sanitaria. Si el gobierno no retira la reforma, el Congreso debería hundirla, para ahí sí, sentarnos todos a conversar sobre cómo es que vamos a salir de este atolladero. No es tiempo para soberbias ni vanidades. Un poco de humildad política no le viene mal a nadie. 

GUILLERMO PÉREZ

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