Un foro sobre el agua

Guillermo Pérez Flórez

Para entender las siguientes cuentas no es necesario ser genio. En enero del año pasado, el Ibal trató 4 millones 316.030 metros cúbicos de agua, y facturó sólo 2 millones 225.592. Se perdieron 2 millones 90.438 metros cúbicos, el 52 % del agua tratada.
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Una porción muy superior a la técnicamente admisible. Esta situación se repite mes a mes, de manera que al año se ‘evaporan’ más de 24 millones de metros cúbicos. Si el costo promedio de tratamiento fuese de $1.500 metro cúbico, la pérdida anual sería de más de 36 mil millones de pesos. Adivinen ustedes quién la paga. Tampoco se necesita ser genio.  

Desde hace años Ibagué viene presentando problemas de abastecimiento de agua, lo que ha dado lugar a protestas sociales. La más reciente fue hace dos semanas, cuando habitantes de la comuna Nueve se tomaron la glorieta de la Casa de la Moneda, lo cual generó una inmensa congestión vehicular. Hay casi 50 barrios con problemas de agua. No es algo episódico sino estructural, y tiene que ver, entre otros aspectos, con el punto mencionado: la pérdida de agua tratada. Un problema de fugas, conexiones piratas, medidores viejos y una red obsoleta. Ninguna ciudad puede darse el lujo de perder la mitad del agua que potabiliza. Esto, además de poner en riesgo la sostenibilidad de la empresa, causa daños colaterales, como el deterioro de la maltrecha malla vial. En fin, ahí tenemos una situación por resolver. Desde 1995 se viene hablando de la necesidad de un acueducto complementario. Ya vamos para treinta años, y aún nada de nada. Mientras tanto, la capital sigue y seguirá creciendo. En una década podría llegar al millón de habitantes, pero la gerencia pública (alcalde, secretarios y gerente) no está concentrada en este asunto tan vital sino cómo ganar las próximas elecciones.

La falta de planeación y de uso racional del agua es un problema generalizado en el país, pero no por ello deja de ser grave. Precisamente, el Plan Nacional de Desarrollo busca solucionar esto al plantear que el territorio debe ordenarse alrededor del agua. En el norte de Ibagué hay una zona de expansión y la empresa no tiene capacidad para otorgar puntos adicionales de abastecimiento. Las bocatomas no están en condiciones de satisfacerla. Gravísimo, pues un tercio del territorio es zona de expansión. En otras comunas (las Seis y la 13, principalmente), los urbanizadores construyen multifamiliares prevaliéndose de acueductos comunitarios precarios, lo cual pone en riesgo el suministro a barrios enteros. Los cortes de agua podrían aumentar. A propósito de estos acueductos, la mayoría carece de capacidad para tratar el agua, y algunos, a pesar de tenerla distribuyen agua cruda. Es verdad que el costo de la factura es bajo, pero en muchos casos la calidad es pésima. Lo que se ‘ahorran’ en la tarifa, lo pagan con la salud o con la factura de la luz o el gas. Así de simple. Hay estudios serios sobre este asunto, que deberían tenerse en cuenta para entender la situación. El de la ingeniera Cathalina Soto sobre Acuambalá es uno de ellos.

Me aterra que algo tan importante como el agua no haga parte del debate público. Se habla mucho de alianzas, avales, votos y coaliciones, pero más bien poco de temas esenciales para la ciudad. Propongo a los precandidatos a la Alcaldía hacer un foro del agua, para que busquemos soluciones viables y reales. La escasez de agua afecta a más de 3 mil millones de personas en el mundo, y nosotros aquí la derrochamos.

 

GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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