El drama migratorio

Guillermo Pérez Flórez

En una carta al general Juan José Flores (primer presidente del Ecuador) escrita en 1830, Bolívar le decía que “la única cosa que se puede hacer en América es migrar”. 
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Lejos estaba el Libertador de imaginar que casi doscientos años después su sentencia cobraría más vigencia que nunca. La frase ha venido a mi memoria al observar el drama migratorio que se vive en el continente, cientos de miles de latinoamericanos (ya casi dos millones) tratan de entrar en Estados Unidos, a como dé lugar, en busca de una oportunidad de vida.

La Administración Biden nunca calculó que esto se le convirtiera en el principal desafío, ni que la tensión migratoria pudiera definir las próximas elecciones estadounidenses. Miren ustedes la paradoja: una potencia construida por inmigrantes puede convertirse en pueblo mayoritariamente xenófobo, dispuesto a impedir a tiros el ingreso de personas. Es posible que Trump regrese a la Casa Blanca gracias a esto, pues es él quien propone construir una fortaleza a la que no entre nadie, salvo para llevar dinero. 

Esta semana (el 11 de mayo) venció la disposición migratoria de Trump (el famoso Título 42) que autorizaba expulsar de forma exprés a los migrantes por razones sanitarias, y esto generó una avalancha humana de latinoamericanos, que el gobierno federal trata de impedir militarizando la frontera y el gobernador de Texas incluso con paramilitares.

La cuestión migratoria se ha convertido también en un reto para México, paso casi obligado para entrar al norte. Un asunto que lo atraviesa de cabo a rabo, va desde Tapachula en la frontera con Guatemala hasta los diferentes pasos fronterizos con Estados Unidos pasando por Ciudad de México.

Este es un asunto global, no es ni siquiera una cuestión americana. Según el Instituto Nacional de Información de México, entre el 23 de noviembre pasado y el 6 de mayo de este año, ha expedido 81.245 permisos temporales de tránsito, a personas de 103 países de los cinco continentes. Muchos proceden de lugares remotos como Kirguistán, Estonia o Eritrea, y por supuesto, cómo no, de Colombia, en donde Washington establecerá una oficina de control migratorio, igual que en Guatemala, Salvador y Honduras.

Estados Unidos experimenta una crisis que desde hace dos décadas vive Europa, miles de africanos atraviesan el Mediterráneo intentando entrar a la Unión Europea. Muchos mueren en el intento. 

GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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