Otra vez la corrupción

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

La corrupción es considerada por Transparencia por Colombia, como “el abuso de posiciones de poder o de confianza, para el beneficio particular en detrimento del interés colectivo, realizado a través de ofrecer o solicitar, entregar o recibir bienes o dinero en especie, en servicios o beneficios, a cambio de acciones, decisiones u omisiones”.
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Bajo ese postulado y de acuerdo con las mediciones que sobre la materia hacen muchas entidades, resulta innegable que Colombia es uno de los países más corruptos del mundo y que ese crimen no solo implica  la pérdida de recursos públicos, sino que incluye una grave afectación a los Derechos Humanos. Y los sectores más afectados son Defensa, Justicia, Educación y Salud. 

Mucho se dice  por parte de los politiqueros para combatirla y más en vísperas de elecciones, cuando todos sabemos que son ellos los principales beneficiados y los más interesados en que  este lastre perdure.

De una u otra forma todos tenemos alguna responsabilidad en la lucha para acabar con la corrupción, pero para combatirla se requiere investigaciones serias, que aclaren los hechos, se sancione a los responsables y se repare a las víctimas.  

Pero estamos muy lejos de esos ideales cuando miramos lo que han  hecho algunos encargados de administrar justicia como el ex fiscal Luis Camilo Osorio, quien lo primero que hizo fue archivar el proceso que se adelantaba en contra de todos los financiadores del paramilitarismo y cuya información se había recolectado en el allanamiento a un parqueadero de Medellín, o la designación de la jefe de fiscales de Cúcuta, apodada la ‘batichica’, quien hacía parte de la misma organización criminal dirigida por Mancuso y ‘El Iguano’. Por eso y mucho más fue que cuando Uribe lo designó embajador en México, fue recibido con un libro que relata todas sus hazañas. Todas las denuncias en su contra (más de 50) reposan en la comisión de absoluciones de la Cámara. El Congreso no dice ni ‘mú’ ¡Impunidad de alto calibre!

Odebrecht llegó al país a hacer ‘ochas y panochas’ con la contratación de autopistas y coimas millonarias al por mayor para intermediarios corruptos, hasta envenenados con cianuro y todo bien gracias al abogado de todos y después Fiscal General de la Nación, a quien llaman ‘cianurito’ y que ahora se presenta como historiador, investigador y periodista. Alex Vernot le dedica el libro “Sepulcros Blanqueados”, en el cual detalla la ‘olla podrida’ que le quedó grande a la justicia que cojea  pero no llega, porque la corrupción a todos los niveles nos tiene jodidos.

Lo del ‘Cartel de la Toga’, otro puntal grande en el tema de corrupción de la justicia. Se acabó la Corte de Oro inmolada en el Palacio de Justicia y la podredumbre que reveló este escándalo que nos llena de vergüenza ante el mundo.

También es muy grave que nos estemos acostumbrando a todos estos crímenes, como si ya hicieran parte del paisaje. Ya es normal que asesinen a líderes sociales todos los días. Y los falsos positivos que se meten en mochilas rotas.

No se asuste. Piense que de alguna manera somos responsables de la situación del país por tolerar tanta vagabundería. No llore. Luche.

 

HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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