Verdad y continuidad

Hugo Rincón González

La Corte Constitucional decidió unánimemente prolongar el tiempo de trabajo de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad -CEV- durante nueve meses, siete para elaborar su informe que espera todo el país y dos meses para la socialización del mismo en toda la nación, tal como se esperaba en la orilla de las víctimas y de los defensores de la paz.
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La Comisión de la Verdad ha manifestado que esta decisión de la Corte Constitucional la asume con responsabilidad con las víctimas, para seguirlas escuchando, para garantizar sus derechos. En muchos momentos el presidente de la -CEV- ha referido que el país tiene que conocer la verdad para que desde ella se contribuya a garantizar la convivencia y la paz en Colombia, a construir un futuro compartido desde el rescate de la dignidad humana.

La decisión de prolongar el tiempo de trabajo de la -CEV- recibida con alborozo por los que reivindican el derecho de vivir en paz, se ha enfrentado con voces altisonantes de la otra orilla: la de quienes promovieron el NO en el plebiscito de 2016. Este sector se ha obcecado en su negación a las bondades de la reconciliación en el país. Han tenido la desfachatez y el infortunio de afirmar que los 6.402 falsos positivos son un invento de la izquierda, una postura cínica y negacionista que sigue insistiendo en que todo el sistema de justicia transicional está hecho a la medida de la ex-guerrilla de las Farc, expresiones que salieron a la luz pública durante un foro de precandidatos del partido de gobierno a través de una de sus aspirantes.

La Comisión de la Verdad tiene funciones complejas, difíciles y en un país como el nuestro, peligrosas. No será sencillo esclarecer aspectos como: 1) las responsabilidades colectivas del Estado, incluyendo el gobierno y los demás poderes públicos, de las Farc, de los paramilitares, así como de cualquier otro grupo, organización o institución, nacional o internacional, 2) el impacto del conflicto, 3) el desarrollo del conflicto, la actuación del Estado y la vinculación de diferentes sectores de la sociedad, por mencionar solo algunas de sus enormes tareas.

La -CEV- ha venido escuchando las voces de los diferentes actores políticos y sociales involucrados históricamente en el conflicto;  se han conocido hechos estremecedores, escalofriantes. Hasta los expresidentes de la república tuvieron su espacio para contar su verdad y ventilar rencillas con sus contradictores. No han desaprovechado la oportunidad para intentar enlodar con hechos del pasado a quienes disputaron este cargo. Alguno de ellos recibió a varios comisionados con Francisco de Roux a la cabeza, para despacharse y manifestarles sin palidecer no creer en su trabajo, lo mismo que acusarlos de sesgo ideológico.

La verdad no le gusta a algunos y por ello quisieron asfixiar financieramente el trabajo de la -CEV-En buena hora la Comisión tuvo el apoyo y respaldo de la cooperación internacional especialmente de la Unión Europea quien con recursos económicos apoyó gran parte de la ejecución de su plan operativo. 

Esta Comisión ha demostrado gran compromiso y capacidad de resiliencia. En su trabajo durante este periodo, con nostalgia y profundo dolor, despidió a dos de sus miembros: Ángela Salazar y Alfredo Molano, personas íntegras que venían desempeñando una gran labor para esclarecer la verdad que tanto anhela el país y a pesar de ello no han desfallecido.

El trabajo se prolonga en el tiempo por la decisión de la Corte Constitucional pero el legado de la Comisión de la Verdad debe mantenerse. Desde ya en las diferentes regiones se debe empezar a generar un debate entre actores de la sociedad civil y la institucionalidad con miras a darle continuidad a este fundamental proceso que debe contribuir a la reconciliación de los colombianos. La labor no termina con el informe que se presentará el próximo año luego de la contienda electoral presidencial, el desafío por consolidar sus recomendaciones debe seguir.

 

HUGO RINCÓN GONZÁLEZ

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