Oportunidades de la paz

Hugo Rincón González

Cuanta diferencia pudimos apreciar entre la posesión cargada de simbolismos del presidente Petro y lo ocurrido hace cuatro años en este mismo acto con Iván Duque.
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Las apuestas son contrapuestas. Mientras uno llegó apoyado en un partido que le apostaba a hacer trizas la paz, el nuevo mandatario fue claro este siete de agosto en trabajar incansablemente por alcanzar una paz integral con todos los actores armados irregulares y cumplir a rajatabla las recomendaciones de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, -CEV-. El mandato popular recibido por el nuevo presidente es indiscutiblemente volver posible la paz, partiendo de silenciar los fusiles de todos los bandos en confrontación. Se perciben vientos favorables a esta iniciativa de la mayoría de los actores armados. Se ha alcanzado a hablar de cese bilateral con el Eln, unilateral de las disidencias de las Farc y de un buen ambiente del clan del golfo que cesó su criminal arremetida del plan pistola contra uniformados de bajo rango de la policía nacional. La tarea por supuesto no será sencilla, pero se debe reiterar que el nuevo gobierno tiene en Álvaro Leyva a un experto negociador de esta clase de procesos. Se habla de un gran acuerdo para avanzar en la construcción de la paz como un proyecto nacional que parta desde los diálogos regionales, donde se escuchen las voces atribuladas de quienes han soportado la guerra en sus territorios. Y es que el conflicto tiene diferentes matices y actores involucrados según sean los espacios geográficos donde se desarrollen. No será la misma dinámica la que se implemente en el magdalena medio, el Cauca, Putumayo, Norte de Santander que la de departamentos como el Tolima. El ardor de la confrontación es de una mayor intensidad y complejidad donde tiene presencia el narcotráfico. Su impacto como combustible de la violencia es inocultable, sin embargo, lo evidente es que la guerra contra la droga como se ha venido desarrollando ha sido un fracaso.  Impulsar lo diálogos regionales de paz debe significar una oportunidad para que desde las municipalidades se vuelvan a retomar las apuestas existentes en el acuerdo firmado entre el gobierno nacional y la ex guerrilla de las Farc, avanzar en su implementación real como un aspecto no solo pensado para desmovilizar un actor armado irregular sino para transformar las condiciones sociales de los territorios abandonados por el estado. Se deberán particularizar en los territorios aspectos como: fondo de tierras, vías terciarias, proyectos productivos, canales de comercialización, puestos de salud, crédito agropecuario, asistencia técnica, entre otros. Igualmente, en este marco será importante que en cada región haya una implementación particular de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad. Surgirán seguramente deliberaciones en aspectos como: ¿cuál debe ser en cada territorio una nueva visión de la seguridad para la paz? ¿Cómo consolidar una democracia amplia, incluyente y deliberativa que abra espacios a otras voces y otras iniciativas que históricamente han sido excluidas? ¿Cómo podemos todos contribuir a la paz territorial? ¿Qué debemos hacer para lograr o construir una cultura que nos permita vivir en paz? 

En este trabajo de la implementación de las recomendaciones de la CEV debe existir una red de instituciones promotoras del desarrollo y la paz junto con la institucionalidad que promuevan este trabajo en cada territorio. Sería importante ver a los Consejos Territoriales de Paz en el Tolima liderando este propósito, pero para ello hay que fortalecerlos y crearlos en los municipios donde aún no existen.

El trabajo por la paz ofrece inmensas posibilidades, atrás deberemos dejar la estela de las graves violaciones a los derechos humanos y toda clase de atrocidades, ninguna “legítima” por parte de ningún actor armado. Merecemos la concordia, el perdón, la reconciliación y la convivencia para alcanzar una vida digna, bella y querida para todos.

 

HUGO RINCÓN GONZÁLEZ

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