Conflictividades y ambiente regional

Hugo Rincón González

Las dinámicas sociales están activas en el país y en el departamento del Tolima. Aún con la manifiesta debilidad de las organizaciones, éstas se convocan, se juntan y problematizan su realidad buscando generar propuestas encaminadas a solucionar sus dificultades. Esta vez, se convocó y realizó un foro ambiental en el municipio del Líbano para analizar temas generadores de desazón y gran inconformismo, especialmente en las comunidades campesinas.
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La agenda preparada tenía una importante y diversa temática. Se había propuesto la presentación del Acuerdo de Escazú, su naturaleza, alcance y su aplicación. En este tema en particular se hizo el reconocimiento de la favorabilidad política existente en el gobierno nacional para garantizar su ratificación en el Congreso de la República, hecho relevante si se tiene en cuenta la inexistente voluntad del gobierno anterior que a través de maniobras y con la complicidad del congreso, lo tenía engavetado, negando la posibilidad de asumirlo como debería ser.

Es inquietante el desconocimiento de la mayoría de los asistentes al foro alrededor del mencionado Acuerdo. Con excepción de algunos participantes queda uno con la sensación de que por el exceso de información de temas relevantes, las organizaciones y comunidades terminan conociendo muy poco de aspectos fundamentales como este. Algunos asistentes mencionaron que, como este tema, hay otros vitales que deberían volverse a retomar, por ejemplo el Acuerdo de Paz y las conclusiones y recomendaciones de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad. 

El ambiente se caldeó cuando en la agenda del encuentro apareció el caso de la minería y especialmente la Mina El Porvenir, que está en la fase de extracción desde hace varios años y según los campesinos genera un impacto ambiental negativo. En numerosas intervenciones de los asistentes, la mayoría campesinos, se puso de presente su inconformidad con esta mina, y, también con la Corporación Autónoma Regional del Tolima, Cortolima. El cuestionamiento común giró alrededor de la afectación a las aguas de la zona de explotación. Hay disminución del recurso hídrico, contaminación del mismo e inacción de la autoridad ambiental quien fue señalada como ineficaz para controlar realmente este impacto ambiental. El tono fue pugnaz dejando la sensación que existe un desencanto y desconfianza ante la institucionalidad local, regional y nacional. “…las autoridades solo sirven para perseguir y sancionar a los campesinos, mientras son complacientes y cómplices de las afectaciones ambientales generadas por esta mina y por algunos políticos que vienen comprando tierras en el municipio para degradar el ecosistema y sembrar el aguacate Hass”, señalaba un asistente al foro.

La percepción generalizada es sobre el impacto negativo de la minería y la mina referida. El oro es bendición para la empresa pero una maldición para el municipio, más preocupante si a esto se suma la implantación del aguacate Hass, exigente en agua y transformador de la ecología del paisaje de estas tierras. Un coctel explosivo si a esto se le suma las denuncias de algunos asistentes sobre la existencia de amenazas y atentados contra algunos líderes comunitarios que vienen denunciando valientemente esta situación.

Como colofón de este foro, me quedó sonando un comentario de un campesino asistente: “…estamos cansados de denunciar las cosas que acontecen en el territorio. Las autoridades están amangualadas con los de la mina, los terratenientes y los políticos regionales. Si esto no cambia, la propuesta bien intencionada del nuevo gobierno sobre la paz total será un fracaso. El cambio no puede ser solamente nacional, sino que debe llegar a nuestra región. Esperamos que este evento no sea uno más, sino que signifique el comienzo de algo positivo que nos permita vivir mejor”. Cuanta razón hay en esta expresión…

 

 

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HUGO RINCÓN GONZÁLEZ

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