Competencias socioemocionales en los directivos

Indira Orfa Tatiana Rojas Oviedo

Gracias al desarrollo tecnológico puedo dictarle a mi computador esta columna, para que la convierta en texto escrito, pues la fractura de mi brazo izquierdo me limita.
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Precisamente, son muchas las emociones que afloran cuando un accidente obliga a la disminución de la actividad física requerida para el trabajo que, a pesar de estar dirigido a la productividad intelectual, como es mi caso, requiere del movimiento de varias partes del cuerpo.

Quiero referirme a varias situaciones que se relacionan con las competencias socioemocionales exigibles para el desempeño laboral, principalmente en quienes tienen una responsabilidad directiva en una organización social, bien sea una empresa de producción de bienes o de servicio social, como lo es una organización escolar.

Pocas veces se pone atención a las emociones y a los sentimientos que cada persona tiene, siendo que son factores que influyen en su desempeño laboral.  No es suficiente que un directivo, docente o gerente de una empresa tenga el estatus de la formación previa en cuanto a las actividades funcionales que debe realizar para tener un buen desempeño laboral.

A la par de las competencias cognitivas requeridas, es decir, que sepa sobre los temas y los problemas que exigen su desempeño laboral, posea habilidades teóricas y prácticas para la acción, actitudes y competencias emocionales y éticas, en el desarrollo de exigencias culturales y comportamentales de los sujetos, individualmente y en grupo.

De ahí que las emociones y los sentimientos entren a cumplir un papel fundamental: “Si el estado emocional de un trabajador es positivo y hay buen humor, este tiende a desarrollar actividades con más compromiso, entusiasmo y eficacia”, lo dice el Consejo Colombiano de Seguridad al referirse a la asociación del estado de ánimo de las personas y su impacto en el rendimiento laboral y la productividad (EL NUEVO DÍA y Vanguardia, 16 de octubre de 2022).

En cualquier organización social, empezando por la familia, la escuela, la empresa pequeña o grande, las personas que se desempeñan en estos contextos organizacionales, desean vivir en estados de satisfacción.

Sería oportuno que en Colombia, a la par del cálculo del Producto Interno Bruto (PIB) apropiado para evaluar el desarrollo económico del país, se estableciera, anualmente, el Índice de Felicidad Nacional Bruta (FNB) como lo hace el reino asiático de Bután.

De la misma manera, que en el Tolima e Ibagué, se calculara anualmente el Índice de Felicidad Institucional con base en el grado de satisfacción que estudiantes, docentes y padres de familia evalúen con relación a cuánto se enseña, cómo se enseña y cómo evalúa.

A la par de la clasificación de los planteles educativos con base en los resultados de los estudiantes en las pruebas Saber, se construya y divulgue el Índice de Felicidad Institucional (IFI).

Coletilla: Quiero destacar plenamente al equipo médico y administrativo de Asotrauma por su profesionalismo, calidad humana y atención ágil y oportuna de la cual doy cuenta. Gracias, muchas gracias doctores Wilson Cediel, Manuel Antonio Bonilla, Edgar Zafra, Sandra Cardozo; enfermeras jefe y auxiliares Alejandra Castaño, Laidy Bocanegra, Diana Calle, Diego Cubillos, Yelitza Bolivar, a los jóvenes Arandú y Kevin, a Alejandro Guzmán Banguero; y al futuro médico de la UT Luis Felipe (estudiante de décimo semestre de medicina) y a quienes a pesar de sus atenciones no menciono pero hacen parte de este equipo.

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INDIRA ORFA TATIANA ROJAS OVIEDO

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