Me asombra escuchar la descripción de hechos violentos vividos por adolescentes que asisten a nuestro estadio, en compañía de sus amigos, en la zona lateral sur, destinada a las barras del Tolima y donde solo pagan ocho mil pesos por ingreso.
El solo hecho de pertenecer a un gabinete en calidad de Ministro, Gerente o Secretario de despacho, hace suponer por simple sentido común, que hay que adoptar una postura ética y profesional que necesariamente coadyuve al posicionamiento de la imagen ante el país, el departamento o el municipio.
Según el grado de envidia u oposición, se escuchan comentarios negativos e insidiosos cuando llegan nuevos mandatarios y profesionales que conforman los gabinetes.
El Gobierno merece un aplauso muy efusivo de parte del 52 por ciento de la población colombiana, que somos las mujeres, por haber sancionado los cuatro decretos que reglamentan la Ley 1257 de 2008 que pretenden proteger a la mujer de todo trato violento.
Según el Instituto de Medicina Legal, Colombia ocupa el primer puesto en violencia frente al resto de países de Latinoamérica. El primer puesto en violencia dentro del país lo posee el Departamento del Valle.
En el inventario de deseos que cada uno de los colombianos escribió para el año 2012, estoy segura, se contempló en primera instancia la palabra felicidad.
Es urgente que desde el primer día de mandato de los nuevos gobernantes, se tome decisiones con miras a acceder a recursos financieros del Fondo de Desarrollo Regional, al Fondo de Compensaciones pensado para intervenir sobre factores de pobreza en los municipios más rezagados en cuanto a desarrollo económico, y al Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación.
El hecho de que Dilma Rousseff, la presidenta del Brasil, haya tenido que prescindir de seis de sus ministros por actos de corrupción en su primer año de gobierno, hace pensar en que este fenómeno crece y se extiende mundialmente.
Hoy, que el noviazgo está sexualizado, es necesario que se concientice a los jóvenes para que prevengan el contagio utilizando mínimo un condón, sin que ello sea garantía total; lo prudente fuere que cada mujer exija y ofrezca una certificación de la salud sexual de la persona que va a elegir como compañero sexual, más aún cuando no es permanente.