La grabación en la que Oscar Iván Zuluaga reconoce que a su campaña de 2014 sí entró plata ilegal de la trasnacional Odebrecht –1,6 millones de dólares– confirma lo que afirmé en cinco debates en la plenaria del Senado, entre 2017 y 2021.
No faltan los partidarios del actual gobierno nacional que me atacan porque defiendo la economía empresarial, pues, muy equivocados, de allí concluyen que soy enemigo de los trabajadores, cuando es obvio que no hay empresas sin asalariados ni asalariados sin empresas. Y sin el desarrollo de esas relaciones, las sociedades no pueden generar la riqueza que exige elevar de verdad los niveles de vida de los países, incluidos los de los empleados de todos los tipos.
Hay cifras de Bogotá que me impresionan, como supongo que impresionan a todos, y que me suscitan unos comentarios que no agotarán el tema, pero que pueden ser interesantes para analizar y hasta para indicarles rumbos a las ciudades colombianas.
Hace unos meses, los ministros de Hacienda, Minas y Comercio anunciaron que una vez la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) diera las cifras oficiales de las reservas de gas y petróleo de 2022, decidirían sobre los nuevos contratos de exploración. Crearon así las expectativa de que el gobierno abandonaría su populismo ambientalista y su irresponsable política contra los hidrocarburos.
En las elecciones pasadas, en un foro de precandidatos presidenciales nos preguntaron qué proponíamos para las pensiones de los “más ricos”, pregunta dirigida a que prometiéramos reducirlas, según llevan años machacando los formadores de opinión neoliberales.
Fueron muchos los votos que sacaron Petro y los candidatos petristas criticando que los gobiernos anteriores subieran los precios de la gasolina y el Acpm.
Muy preocupante que Ricardo Roa y Saul Kattán, dos incondicionales de Gustavo Petro, quedaran de presidentes de Ecopetrol y de su Junta Directiva. De alto riesgo para Colombia, porque se sabe de la posición irresponsable de Petro y de su ministra de Minas contra la economía petrolera del país. Y por otras razones.
Este artículo se empezó a escribir antes de que se hundiera la reforma política y explica por qué tanta resistencia ciudadana, hasta el punto de que tuvieron que aprobar su retiro los petristas que en 2022 la votaron a favor en cuatro ocasiones.
Mal terminaron las volteretas de Petro y Corcho sobre acabar las EPS, promesa que tantos votos les reportó: “que sí, que no, que sí y que en definitiva no se acaban”, sometiéndose a Santos, César Gaviria, Efraín Cepeda, Dilian Francisca y Roy, entre otros. Porque el acuerdo final de Petro con ellos, que respaldó el Pacto Histórico, se limitó “a privilegiar la atención primaria y el sistema preventivo en la salud, eliminar la integración vertical” y promover “la territorialización” del sector, informó la Casa de Nariño.
Siempre he pensado que lo mejor para Bogotá es un metro subterráneo. Como el que empezamos en la alcaldía que se inició en 2008 y que no pudo concluirse porque lo saboteó Gustavo Petro, alcalde de 2012 a 2016, sabotaje que aprovechó Enrique Peñalosa durante su alcaldía –con la ayuda de Santos– para cambiarlo a metro elevado y dejárselo contratado a la alcaldesa Claudia López. La construcción la ganó el consorcio chino APCA Transmimetro, debe terminarse en 2028 y va invertido el 19 por ciento de su valor, sin contar el costo de la deuda.