Inexequibilidad de un sueño

Me sentí desolado al escuchar la noticia. La Corte Constitucional de Colombia tumbó la cadena perpetua para violadores y asesinos de niños y adolescentes de hasta 14 años. La declaró inexequible.

La verdad

Vimos esta semana una reunión que, en otro momento, hubiera sido inimaginable. Sentados, frente a frente, el expresidente Álvaro Uribe y el presidente de la Comisión de la Verdad Francisco de Roux. Una cita con la historia; un compromiso de valor, —aceptado, quizás a regañadientes, por parte del también exsenador, quien no reconoce dicha comisión por surgir de las negociaciones con las FARC—. Es indudable que es un paso hacia la reconciliación nacional, en la que el exmandatario puede jugar un papel relevante. Claro, solo si decide hacerlo.  

Epa, ¿y la impunidad?

Las palabras de Daneydi Barrera pueden ser calculadas, pero al escucharlas deja la impresión de que salen del corazón.

Reviviendo la esperanza

Contrario a muchos, no recuerdo qué hacía cuando asesinaron a Luis Carlos Galán. Ese viernes 18 de agosto de 1989 yo tenía 17 años y estaba ansioso porque en pocos días cumpliría 18 y votaría por primera vez en unas elecciones.

Por caridad

Al ver su cuerpo menudo, de casi 60 años, era imposible imaginar su fortaleza física y mental.

Gracias, Señor reportero

Caminábamos juntos por el pasillo de un hospital cuando él, llorando, me dijo: “Juan, no imaginas lo que es ver la vida de un hijo desde los números”. Y me dio una explicación casi inentendible de lo que había investigado aceleradamente sobre la leucemia y las posibilidades de vida que tenía su hija Raquel. Ella, rondaba los 16 años cuando le diagnosticaron esta enfermedad que puede derrumbar a muchos, menos a esta joven que heredó la tenacidad de su padre, Daniel Coronell, y la belleza e inteligencia de su madre, María Cristina Uribe. Aquella tarde, sábado a finales de agosto de 2015, entendí que esa mezcla de lágrimas y números era, quizás, el resumen perfecto para conocer a un hombre que se convirtió, sin buscarlo, en el columnista más leído de Colombia y en uno de los periodistas más importantes del país.

El derecho a discernir

En octubre de 2015, Ángela Viviana Gómez, quien era secretaria de Cultura de Ibagué, tuvo la osadía de preguntar “cuál ha sido el aporte que le ha dado Santiago Cruz a la ciudad, antes de entrar a criticar”. Santiago, uno de los artistas más prolíficos y exitosos de la capital musical, había declinado la invitación a presentarse en la inauguración de los Juegos Deportivos Nacionales, hasta el punto en que aseguró sentir “vergüenza infinita” ante el perverso manejo que tuvo la alcaldía con la organización del evento que, a la final, ni siquiera se realizó en Ibagué tras una larga cadena de escándalos de corrupción. Fue un total fracaso y Santiago Cruz tenía razón al sentar su voz de protesta.

Manzanas podridas

Nos engañaron, y de la peor manera. Nos vendieron una ilusión que, al final, fue falsa. Nos hicieron creer, con caravanas de decenas de carros, escoltadas por convoyes militares, armados hasta los dientes, que recuperaron la seguridad nacional.

El espejo

Pasan los días y con ellos se afianza la certeza de que el candidato de izquierda Pedro Castillo es el nuevo presidente de Perú. Un triunfo que sorprende a muchos analistas en Latinoamérica y que dispara las alertas de todos los políticos del continente que han sustentado su discurso en la amenaza que significa el “castrochavismo” para las democracias de la región. No es para menos, Castillo llega al poder apalancado en el partido Perú Libre, que se autodefine como de “izquierda marxista”, dos palabras que llenan de miedo a esas élites rancias que han dominado los gobiernos de unas naciones mayoritariamente sumidas en la pobreza y la desigualdad. La pregunta que muchos se hacen es cómo un profesor de primaria, hasta hace poco desconocido en las altas esferas del poder limeño, y líder de una huelga de docentes de 75 días de duración que lo catapultó hace tres años a la palestra nacional, será el próximo inquilino de la ‘Casa de Pizarro’, como se le conoce a la sede del gobierno ejecutivo en el país de los Incas.

Nos condenamos a repetirnos

Lo imagino sentado en una silla café, de cuero raído, frente a un viejo escritorio de madera, de esos que usaban nuestros mayores. Su mirada perdida buscando las palabras precisas, y en su mano, que reposa sobre un papel, un lápiz a medio usar.