Ya casi el 22

Juan Manuel Díaz

Estoy completamente seguro que la inmensa mayoría de colombianos, incluso esos que votaron por Iván Duque, hoy en día no se sienten recogidos por su gobierno.
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He leído en redes sociales uribistas pura sangre arrepentidos de haberlo elegido, sobre todo a quienes esperaban una mayor avanzada en materia de seguridad. Muchos de ellos ayer marcharon contra su gobierno y la nefasta reforma tributaria que pretenden llevar a cabo y de la cual ni sus aliados en el Congreso como Cambio Radical ven con buenos ojos.

Nunca antes el país se había visto tan agobiado e inconforme con un gobierno, y no es para menos: ha vuelto la guerra, Duque les ha fallado a sus propios electores con casi todas las promesas de campaña, pero también a la paz, al fortalecimiento del campo y el agro, y a su propia palabra cuando dijo que en su gobierno bajarían los impuestos. Si bien el manejo de la pandemia ha sido un inmenso reto para los gobernantes de este tiempo, aquella no puede ser la excusa para defender lo indefendible, como eso de ponerle IVA a productos básicos de la canasta familiar, a los servicios públicos y servicios funerarios en plena mortandad de pandemia, y no gravar por ejemplo las nocivas bebidas azucaradas.

Hoy no hay economía naranja, no hay “más trabajo para todos” sino para unos pocos, y es justamente para aquellos que todavía se atreven a defender a Duque. Los directos beneficiados de su gobierno que han sido nombrados cónsules y agregados diplomáticos sin siquiera tener estudios, tal y como lo denunció recientemente el portal periodístico Vorágine, o incluso súper contratistas del Estado como la tuitera Natalia Bedoya, quien gana más de 20 millones de pesos y presenta informes mal escritos y de medio párrafo para cobrar su salario, según lo denunciado por el congresista David Racero.

Es cierto que estamos en un momento gravísimo de la pandemia. Medellín por ejemplo ya está escogiendo a quienes meter a UCI y a quienes dejar morir, y según los expertos, el tema cada vez es peor; pero era justo y necesario que el pueblo se volcara a las calles, aunque fuera solo por un día, este país no aguanta más desidia de su presidente y de un grupo político que se tomó el poder desde hace casi 19 años con Álvaro Uribe, y no observa cambios profundos, sino por el contrario, la guerra continúa mientras pasan Betty la Fea y Francisco el Matemático en horario prime, como hace tantos años.

Dice el uribismo: “Ojo con el 22” y aquí habría que decir: “ya casi el 22” donde Colombia tiene la oportunidad de cambiar radicalmente el país. ¿Dejará escapar un nueva oportunidad?

JUAN MANUEL DIAZ

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