“Espíritu poético”, en los ensayos de William Ospina

libardo Vargas Celemin

El poeta, narrador y ensayista William Ospina, presentó recientemente una selección de escritos y publicados entre los años 1994 y 2016. Estos textos corresponden al género del ensayo, un campo en el que él ha escrito más de veinte libros que lo han hecho merecedor a reconocimientos, como el Premio de Ensayo Ezequiel Martínez Estrada de Casa de las Américas, (La Habana 2003).
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En los títulos seleccionados se perfilan, no solo las temáticas recurrentes, sino también esa forma particular de estructurar sus textos donde sobresale la atmósfera poética que Ospina considera debe estar en todas las obras literarias, independiente de su clasificación.

Al releer al ensayista tolimense se siente plenamente ese placer del texto del que hablara Roland Barthes. El tejido de cada ensayo se entrelaza, no solo con los hilos poéticos, sino también con la solidez del pensamiento y la intuición. Con la ayuda oportuna de filósofos o poetas, Ospina cita y desglosa, en un acto de paciencia, la ruta segura para que el lector pueda reflexionar sobre los temas trascendentales de esta época.

Predominan en esta antología los temas literarios, donde rinde culto a quienes han marcado su formación y en los que ha encontrado siempre la visión profética de una realidad que trata de explicar desde su visión romántica, entendida esta como “una manera de asumir el mundo y nuestra presencia en él”. En sus párrafos se encuentra la presencia de muchos autores, encabezados por Hölderlin, con su visión premonitoria de nuevos dioses; Juan de Castellanos con su inmenso aporte al verdadero descubrimiento de América desde la palabra nativa; Borges y su tarea de convertir el castellano “en una lengua planetaria” que pueda dialogar con el  mundo y Aurelio Arturo, que se valió de ella para cantarle a su tierra con musicalidad y sutileza.

La descripción que hace de las ciudades, especialmente latinoamericanas, se vuelve apocalíptica y estremece al lector que se encuentra con el monstruo real del consumismo, que nos convierte en depredadores de nuestro propio planeta, sin que tengamos plena conciencia de ello. En varios textos William hace un llamado para que nos comprometamos individual y colectivamente en la reflexión permanente a través de una reeducación centrada en la “formación del carácter, el fortalecimiento de la voluntad, la generación de conductas ciudadanas, la responsabilidad social y la ética personal” como salida válida. 

Este libro es una agradable conversación con el arte, las ciencias humanas y la filosofía. Es la muestra del pensamiento de un intelectual, de un escritor impregnado de un “espíritu poético”, que plantea caminos para transformar la realidad, en estos días en que “los jóvenes sin horizonte enfrentados a encrucijadas de peligro y violencia”, intentan construir el presente y soñar el futuro.

LIBARDO VARGAS CELEMÍN

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