La vueltica de mr. Branson por el espacio

libardo Vargas Celemin

Desde los albores mismos de la humanidad, el hombre ha soñado con transitar por el espacio infinito, sin embargo muy pocos lo han logrado y son muchos más los estruendosos fracasos.
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La literatura  está llena de historias, como una de forma de placebo para amainar en sus lectores esas tentaciones fantásticas. En la mitología griega, por ejemplo, Dédalos, prisionero del rey Minos, construyó alas de plumas pegadas con cera, para escapar de una isla con su hijo Ícaro. La imprudencia de este último al desobedecer las recomendaciones y tratar de llegar hasta el sol, hizo que se le derritieran dichas alas y cayera al mar donde perdió la vida. A partir de esta tradición oral, escritores y poetas han contado innumerables ficciones: Ariosto, Julio Verne, Isaac Asimov, entre otros, han narrado las incursiones de sus héroes por las rutas interplanetarias.    

Los desarrollos tecnológicos de los últimos años han potenciado la viabilidad  de salir al espacio y contemplar desde allí, ese planeta lleno de inequidades, destrucción e insolidaridad, en que cohabitamos  7.800 millones de personas. Neil Armstrong fue el primer hombre real en pisar la superficie selenita  en la misión espacial del Apolo 11, el 20 de julio de 1969. Cuando bajó la escalerilla solo atinó a decir “este es un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la humanidad”. 

El domingo anterior se realizó un vuelo experimental para cumplir las excentricidades de un multimillonario inglés, que pasó de los desafíos en tablas, globos aerostáticos y vehículos anfibios, a la conquista del espacio a través de la compañía  Virgin Galatic, una de las trescientas empresas del grupo económico que hizo posible la realización de un vuelo espacial en su propia nave. Aunque solo llegó a unos 80 km. sobre el nivel del mar y su paseo fuera del límite de la atmósfera de la tierra duró escasos minutos, Richard Branson pasará a la historia como el primer magnate que da inició a la carrera del turismo sideral. 

La inversión del proyecto fue  millonaria, sin embargo, ya está básicamente financiado, pues cuenta  con más de 600 reservas para los próximos viajes en el año 2022. Cada tiquete tiene un valor de 250.000 dólares (ida y vuelta) y la experiencia tendrá una duración de hora y media y durante unos pocos minutos podrán observar la curvatura de la tierra. Esto presagia que en un futuro cercano las vacaciones de los multimillonarios del mundo serán en el  cosmos, porque ya se cuenta con el diseño de “naves- hoteles” para satisfacer los caprichos de estos seres humanos que solo piensan en el goce personal y cuando experimentan algún llamado de sus conciencias reprochándolos, deciden donar unos millones para posar como filántropos. 

 

LIBARDO VARGAS CELEMÍN

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