¡Y se nos creció la Villa!

libardo Vargas Celemin

El cronista y escritor Camilo Pérez Salamanca (Q.E.P.D), escribió un verso en el libro “Piel de la ciudad, mapa mental de Ibagué”, que encarna la lucha de los últimos setenta años por alcanzar su pleno reconocimiento de la condición de ciudad: “Así va pasando Ibagué, en el galope presuroso de villorio a megalópolis”.
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Si bien no hemos alcanzado la meta, porque los lastres del provincialismo ataron su desarrollo  al concepto de “lugar de paso”, denominación de la Colonia, si podemos reseñar que  a finales de los sesenta, con la organización de los Juegos Nacionales se dieron atisbos de crecimiento vial y deportivo, mejora en algunos servicios y una incipiente industria, que más tarde se reforzó con la llegada de empresas que aprovecharon las exenciones tributarias y arancelarias, con motivo de la tragedia de Armero. Pero una vez terminadas las exoneraciones, la mayoría de ellas cerraron sus puertas y emigraron hacia otros sitios. Sumamos una decepción más en ese viaje hacia la prosperidad. 

Entre tanto hubo un periodo que extravió la valentía pijao, congeló aspiraciones y nos cogió el siglo XXI  sin proyectos que nos sacaran del marasmo de ser “un buen vividero”, sin más expectativas que el lento pasar del tiempo y el aumento de la invisibilidad en todos los escenarios del poder nacional.

Así pasó la primera década con el deshonroso primer puesto en el desempleo y cuando se vislumbró la posibilidad de hacer otros Juegos Nacionales, nos hicieron el gran robo. Nos dejaron sin escenarios deportivos y con otro epíteto vergonzoso: “la capital de la corrupción”.

Todo aniversario es una valorización de lo que tenemos y una mirada crítica al futuro para reafirmar nuestro presente. Ibagué con 471 años no puede darse el lujo de las improvisaciones. Los habitantes debemos tener muy claro que las ciudades no son solo edificios y centros comerciales, sino todo un entramado de servicios, empleo, salud, educación ciudadana, conectividad y mucho más, por eso es hora de aterrizar el concepto de urbe que deseamos.

Se hace necesario que demos ejemplo de compromiso con esta Villa vuelta ciudad y entendamos que no podemos aplazar por más tiempo acciones contundentes. 

Es hora de actuar para que el Combeima, surtidor de vida, tenga mantenimiento de sus orillas; que el cañón sea intervenido con urgencia para rescatar su equilibrio; que las calles de la ciudad dejen de ser cráteres y los servicios básicos no lleguen a cuenta gotas.

Es hora de relevar a quienes han sido incapaces de administrar esta urbe. Debemos trabajar la identidad cultural y la memoria colectiva, para no ser absorbidos por la globalización y terminar siendo un pueblo desarraigado que desconoce su historia y se olvida del sentido de pertenencia que requerimos.

 

Feliz cumpleaños Ibagué.

 

LIBARDO VARGAS CELEMIN

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