El vecindario enseña

El pueblo venezolano acaba de ofrecerle al mundo un nuevo triunfo electoral, con el cual le ha agradecido a su presidente, Hugo Rafael Chávez Frías, los denodados esfuerzos que ha venido realizando para hacer de Venezuela un país distinto al que recibió de las oligarquías hace 14 años.

A diferencia de tales gobiernos, los de Chávez se han orientado a resolver las necesidades más angustiantes de la población, con resultados de excelencia en varios campos: El desempleo, por ejemplo, lo redujo al 7.9 por ciento; acabó con el analfabetismo y llevó al país al quinto lugar en el mundo en cobertura universitaria; los planes de vivienda marchan de manera sostenida; la atención en salud básica es total y gratuita y se trabaja en lograr que la medicina especializada adquiera igual cobertura y calidad.

Tales logros no son obstáculo para reconocer que subsisten problemas que dan motivo a la maledicencia de los medios, como el de la corrupción, la violencia callejera y la inflación, que aún bordea el 27 por ciento. Pero se les están aplicando correctivos, al igual que a otros que también comprometen la tranquilidad ciudadana.

A propósito de medios, este triunfo tiene el mérito adicional de haberse logrado en medio de la jauría desatada por la mayoría de ellos, que aún están en manos oligárquicas. Quienes algunas veces nos torturamos con Globovisión sabemos de la saña con que actúan.

No obstante, Chávez pudo salir airoso para seguir defendiendo un proyecto político orientado a verter sobre el pueblo ese “máximo de felicidad” de que hablara el Libertador Simón Bolívar. ¿Cuál fue su secreto? Simplemente haber logrado superar años y años de división en una izquierda que de palabra decía simpatizar con la unidad mientras que de hecho se negaba a impulsarla.

La pregunta que debemos hacernos es: ¿y a nosotros cuándo nos toca? ¿qué debemos hacer para superar esos oleajes que de pronto elevan nuestro estado de ánimo a las crestas unitarias para dejarlo caer luego en el desaliento de la desunión?

La respuesta nos la da nuestro vecindario: la de supeditar a los intereses generales los intereses personalistas de los robledos, los dusanes, las claras, que han llegado incluso a calificar como un triunfo los exiguos 170 mil votos de la pasada consulta del Polo, en lugar de ver en tales resultados un llamado a la rectificación.

Si los replanteamientos no se dan entre los dirigentes de esta especie, nuestra propia respuesta tendremos que seguirla buscando en organizaciones como la Marcha Patriótica, la Minga Indígena y el Congreso de los Pueblos, que buena muestra nos han venido dando de estar inspirados en ideales menos egoístas.



Credito
Rodrigo López Oviedo

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