De cara al futuro

Manuel José Álvarez Didyme

Quién dijo que la democracia habilita a cualquier ignaro personaje a aspirar al primer cargo de dirección y manejo del país, y que la formación, la capacidad y la honradez que se espera tengan los candidatos a Presidente se puedan suplantar por dádivas y promesas remuneratorias hechas a un electorado ávido de solución a sus carencias “como sea”.
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Manes de la distorsión de los valores que se ha operado en Colombia como fruto perverso del Frente Nacional de los años 60’s que arrasó con las ideologías y del “boom” de los dineros mal habidos que permeó y corrompió las costumbres, dándole cabida en las dignidades del Estado a todo aquel que aportase recursos o levantase un grupo a cual más de numeroso dispuesto a votar a cambio de algo, sin mirarle sus antecedentes y calidades.

De esa manera se abrió la brecha para que cualquiera le diera rienda suelta a su ambición y se integrara al grupo de aspirantes respaldado por “la feria de los avales” que se institucionalizó, creciendo exponencialmente el número de aspirantes, convirtiendo a éstas en “coto de caza” de los corruptos y los mediocres en trance de alcanzar la riqueza y el hombre que hasta ahora les han negado su precaria formación y falta de talento.

Que es, ni más ni menos, lo que nos está sucediendo aquí y ahora: que han aparecido por doquier decenas de candidatos, queriendo salir del anonimato de manera desembozada y sin rubor alguno, no obstante su carencia de merecimientos.

Así que ya tenemos en liza, aspirantes de todos los colores, tamaños y “sinsabores”, con confesas u ocultas ambiciones, disputándose el electorado y ofreciendo lo divino y lo humano a cambio de su respaldo: desde la eliminación de la corrupción, el logro de la igualdad, la reforma agraria aplazada por décadas, la supresión de la inflación, la universidad gratuita, y ahora sí la Paz, junto a esotéricas fórmulas para hacer brotar de la nada ríos de leche y miel, poniendo en evidencia su total desconocimiento de la realidad del país y su ignorancia sobre los verdaderos problemas que de años atrás lo afectan.

Porque para gobernar no es suficiente tener deseos, como lo hemos experimentado con algunos de los que han pasado por ahí, pues se requiere experiencia, conocimiento, capacidad política, liderazgo e imaginación creativa que nos saquen de las innúmeras dificultades en la que estamos.

Además, claro, de honradez, mucha honradez, porque sin ella no hay recursos que alcancen, como ya se ha demostrado, en el pasado.

Cualquier electorero, se cree idóneo cuando sus ejecutorias en su paso por los cargos o dignidades que ha tenido, demuestran que no podrá administrarnos con eficiencia.

La vecina Venezuela es claro ejemplo del irreparable perjuicio que se puede causar a una nación con un desacertado gobierno y cuánto daño puede hacer un presidente y sus válidos, corruptos y/o incompetentes.

Aún es tiempo para que aparezca en el horizonte político alguien con peso específico suficiente, porque muchos del listado que se nos está ofertando, nos están garantizado un viaje de ida sin retorno.

MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME-DÔME

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