¿La atomización social, causa de nuestras carencias y debilidades?

Manuel José Álvarez Didyme

Hace ya muchos años se escucharon, en el marco de uno de los varios Encuentros Tolimenses organizados por la Asociación para el Desarrollo, los resultados del estudio denominado “Diagnóstico de cultura ciudadana para la ciudad de Ibagué”, resultante de la generalizada percepción, que la atomización social de los ibaguereños era la probable razón de las carencias y debilidades de esta musical villa, expresada desde entonces en pobreza, desempleo y atraso.
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Calificando dicho fenómeno como el mal endémico, -o sea “un proceso patológico que se mantiene por un largo período de tiempo en una zona o sobre una población determinada”-,  que se percibía a través del alto grado de desconfianza que el grupo social tenía sobre la acción del Estado, ante la cual el sector privado había terminado por apartarse de él para el adelantamiento de sus acciones dado que descreía de la palabra de la clase política dirigente y la burocracia; e igual le ocurría al sector público frente al privado, en grado no menor, todo lo cual llevaba a que por esas calendas, la división fuera la regla y la armonía la excepción.

Situación extendida a la totalidad de asociaciones comunitarias, de padres de familia en escuelas y colegios; a organizaciones deportivas, academias y grupos culturales; ligas de voluntarios, y hasta núcleos de religiosos, los cuales se dividían y subdividían en pequeñas facciones, conformando compartimentos estanco de los que unos pocos se apropiaban con exclusión de los restantes. 

Y el estudio concluyó por señalar que dicha pérdida de confianza en el semejante al punto de optar por no realizar acuerdo o pacto con persona alguna, derivaba de la radical y prolongada violencia política vivida en la región y la ciudad.

De esta manera, la falta de una cultura de “la cumfide”, como la que sí existía en otras regiones de Colombia, al decir de los participantes en el encuentro, era lo que impedía que entre nosotros se hubiera desarrollado el espíritu de asociación indispensable para la formación de sociedades y emprendimientos de acciones de conjunto, necesarias para generar medianas y grandes empresas, así como para concebir proyectos de magnitud y alto impacto comunitario, a lo cual se agregó, que además de lo anterior, los habitantes de Ibagué olvidamos resolver pacíficamente las diferencias, en tanto en cuanto dejamos de incorporar en el actuar, la conciliación y la concertación, necesarias para el avance hacia una mejor sociedad.

Un diagnóstico que desde aquel entonces se  mantiene invariado y que continúa demandando una masiva e intensa campaña tendiente a dotarnos a los habitantes de la ciudad de fe en los conciudadanos, procurando que “todos a una” creamos en el semejante, alcancemos concertadamente la solución de las diferencias y respetemos la palabra dada, únicas formas para superar el individualismo, el aislamiento y la dispersión que nos está liquidando como grupo social.

 

MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME DÔME

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