El fin está próximo

Manuel José Álvarez Didyme

Con la proximidad del nuevo año, se siente cercano el relevo del actual burgomaestre, como lo evidencia el incremento de los movimientos de los ciudadanos y ciudadanas que empiezan a descollar en la liza electoral, aspirando con ello a concitar la adhesión mayoritaria de electores para suceder a Hurtado en el manejo de este mal administrado villorrio.
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Pero dado que los aspirantes apenas sí se han dado a conocer, surgen dudas sobre sus aptitudes y calidades y el conocimiento que puedan tener de la problemática que habrán de enfrentar en el desempeño futuro del cargo al cual aspiran, y si poseen o no claridad para ver resolverrla dada su complejidad, pues no bastan, no pueden bastar los deseos de ser elegidos, por buenos que sean los propósitos que los inspiran, para servirle a una ciudadanía ávida de eficaces realizaciones y requerida de óptimos orientadores de la gestión pública para ungirlos con el voto y entregarles las riendas de la futura suerte de esta musical ciudad.

Ya que Ibagué, dado el deterioro en que se encuentra, está precisado de un o una eficiente gerente y líder capaz de lograr su saneamiento financiero; prudente en el gasto y consciente de la necesidad de priorizar las inversiones con claro acento social; que se aplique con un excelente equipo a buscarle solución a los innúmeros problemas que la agobian en materia de empleo e ingreso, y en los temas vial y de transporte, habitacional y de saneamiento ambiental, educativo y de salud, y frente a la necesidad de complementación y mejoramiento de los servicios de agua, luz y alcantarillado, entre muchos otros.

Máxime cuando la ciudad ha crecido y difiere grandemente, tanto cuantitativa como cualitativamente, del villorrio de hace unos pocos años, pues por razón del aumento natural de sus habitantes y de los flujos migratorios, las dificultades han crecido por fuera de cualquier intento planificador, demandando en forma extraordinaria recursos de toda índole, pero sobre todo de opciones de trabajo y de vivienda para sus moradores. 

Y es que los pretendientes a Alcalde, -no solo en Ibagué sino en casi todo el país, casi sin excepción-, adolecen de falta de claridad sobre las muchas dificultades del cargo que ambicionan desempeñar, de cara a las cuales, o desconocen sus obligaciones o se muestran indiferentes ante ellas, porque la rígida organización centralizada del Estado que rigió por décadas en Colombia, acostumbró a los munícipes a esperar la respuesta a todas sus inquietudes y a la solución a todas sus carencias y necesidades, de los “niveles superiores”, mediante jornadas de ‘lobby político’ ante toda clase de funcionarios medios o arrogantes burócratas mayores, hasta llegar al aberrante estado en que los alcaldes encomiendan la suerte del medio ambiente local a las Corporaciones Autónomas Regionales, la de la niñez abandonada o en riesgo, al ‘Bienestar Familiar’, la del deporte municipal al “Indeportes departamental”, la de las comunicaciones y educación a los Ministerios o Secretarias departamentales del ramo, la de los hospitales al Ministerio o al Servicio de Salud, y así sucesivamente, sin detenerse a estudiar si cada una de estas áreas funcionan o no adecuadamente para el habitante de su respectiva urbe y con el obvio desmedro de los niveles de bienestar comunitario y de la calidad de vida de la gente del común, acentuando de esta forma las inequidades y diferencias sociales, que son las que en últimas conducen a la pérdida de la paz y el sosiego ciudadanos.

Es el reto que se le plantea a cada aspirante: demostrar su competencia y conocimiento propios del cargo, mediante la presentación a los electores de su “plan de acción”, “sus fórmulas” y su compromiso. Mientras tanto solo habrá aspiraciones y nada más que aspiraciones, que por “amables y sonrientes” que sean, no pueden hacerlos acreedoras a ningún respaldo.

 

MANUEL JOSÉ ALVAREZ DIDYME DÔME

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