Corrupción. El mal común que afecta el desarrollo de Latinoamérica

Manuel José Álvarez Didyme

Son tantos y tan generalizados los casos de corrupción que afectan los gobiernos de Latinoamérica, que llegan a permear incluso a aquellos que edificaron su imagen cimentándola en la “anticorrupción” y “la transparencia”, como  la que ahora está sucediendo con Guatemala, en donde su Gobierno, ha llegado hasta cerrar sin fórmula de juicio el diario El periódico luego de haber intentado infructuosamente asfixiarlo por la vía económica.
PUBLICIDAD

 

Subproducto del narcotráfico que a manera de endemia ha trastocado de tal forma los valores, al punto de permitirnos afirmar sin equívocos, que hoy rige en esta parte del continente una nueva axiología para la que resultan aceptables el soborno, la compra de conciencias, al igual que los atentados contra la libertad de prensa.

Al efecto basta ver la indignante persecución que el gobierno de ese país centroamericano ha hecho al propietario y fundador del citado medio, José Rubén Zamora, a su Gerente Financiera, y a ocho de sus periodistas, hasta conducirlos al exilio mediante irregulares procederes que han dado pie a todo tipo de dudas, en clara y evidente represalia por denunciar con valentía los “non santos” como indignante manejos del presidente Alejandro Giammattel y de su fiscal Rafael Curuchiche, que llevaron al extravío de varios millones de Quetzales, afectando gravemente el fisco de ese empobrecido país

Y es en este contexto que se eligen presidentes, legisladores y hasta se erigen caudillos sin revisar su pasado, o en las más de las veces a sabiendas de su ilegítimo comportamiento o de su contubernio con oscuros negociantes, a los que se les permite gobernar, legislar o administrar en su favor, su familia y en el de su clientela, sin decir nada, por la admiración popular que vienen suscitando tales formas de ascenso político, o por apatía frente a estas conductas, cuando no por temor al apoyo que a tales personajes les dan los grupos violentos, o en agradecimiento por los favores recibidos o que se esperan recibir, o lo que es más grave aún: por simple solidaridad banderiza y de cauda.

Y a su vez los elegidos nombran en los cargos de confianza y manejo a personas que les facilitan su depredatoria tarea o les van a colaborar en la misma, con lo cual la corrupción, crece, se extiende y generaliza.

Y mientras tal cosa ocurre, las masas toleran hasta el silencio, no obstante conocer cómo se dilapidan y depredan los recursos públicos, sin medir la incidencia que esto tiene en los bajos niveles de desenvolvimiento que vienen mostrando todos y cada uno de nuestros países, en su grado de atraso y en las altas cotas de pobreza y miseria en que se encuentran.

Que es lo que los indicadores de desarrollo internacional evidencian y ante lo cual se debe reaccionar no solo con aisladas censuras y condenas de mesa de café o tertulia social, sino formando causa común, si nuestra América Latina aspira a superar la ominosa condición tercermundista en que se halla.

 

MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME-DÔME

Comentarios