Machín. Activar simulacros, cuestión de vida

Nelson Germán Sánchez

Si hay un momento en que se requiere activar los simulacros de evacuación y de cómo actuar colectivamente ante una tragedia es este.
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Una tarea que no da espera en la coyuntura actual donde se sabe que la amenaza del Volcán Machín es cierta, que su actividad sigue constante, en alza y en monitoreo permanente por su alerta de nivel amarillo.

Activar los simulacros es sin duda el camino a seguir, porque hay una posibilidad latente frente a su posible erupción y las consecuencias que puede causar. Hay que pasar ya el libretico de precaución, del llamado, del mapa de rutas, de informémonos solo por allí o por allá para no crear pánico y del video oficial, al de las acciones pedagógicas y educativas contundentes en cuanto a saber actuar en caso de que se presente el estallido, dados los cambios que viene teniendo el domo, las paredes y la estructura misma. 

Hoy, que en buena medida comienza en firme la actividad escolar en el sector público y privado, desde los niveles preescolar, primaria, básica, media y educación superior, la primera tarea de las autoridades públicas, gobiernos escolares, comunidad educativa y padres de familia, debería ser organizar las jornadas de simulacros de evacuación, de cómo actuar en caso de darse la emergencia, de recordar puntos de encuentro, activar comités paritarios internos, brigadas de primeros auxilios, repasar rutas, contactos, teléfonos de emergencia y de familia y cómo armar los kits básicos de supervivencia para el colegio y la casa. ¿Por qué ahora? Porque con el tema en primer lugar de atención social, mediática y la expectativa sobre el mismo, pues la atención a los detalles, la carga a la memoria de largo plazo sobre las decisiones es mucho más fácil digerirlas y grabarlas.  

Ahora. Se esperaría que cumplidos los primeros consejos de gobierno protocolarios para delinear el cierre de las acciones de los gobiernos, ejecuciones presupuestales, reservas, liberaciones y demás, muy rápidamente los próximos consejos de la Gobernación y las Alcaldías municipales como las de Ibagué y Cajamarca, amén de las demás cuyos municipios se pueden ver afectados por avalanchas, expulsión de cenizas y rocas, nubes tóxicas y demás; fuera el de cómo y cuándo poner en marcha los simulacros de evacuación y atención del posible desastre, de prevención en sus propias dependencias centralizadas y descentralizadas. 

Que igual en lugares de afluencia masiva como despachos y oficinas, centros comerciales, sitios de esparcimiento y recreación, entre muchos otros, también se pase de repartir cartillas, dar charlas y mirar videos informativos, a estar directamente sobre terreno para enseñarles a los presentes lo que se debe y no debe hacer, hacia dónde desplazarse y la actitud requerida ante una eventualidad. Así de sencillo. Algo que no toma más de dos horas, por día.

Está de moda hoy hablar del Machín y sus posibles consecuencias, dada la imposibilidad de obviar o tapar la situación físicamente evidente –con los temblores, por ejemplo-; pero recuerdo que hace 40 días, el 5 de diciembre de 2022, escribí una primera columna sobre el particular pidiendo que se nos dijera la verdad de lo que se sabía ¿Qué pasa con el volcán Machín? Pregunté y sabía, cómo hoy, porque lo preguntaba. Solicité se informara públicamente y que no nos distrajéramos con el ven-ven-ven de la Navidad. Pocos dijeron esto es lo que pasa. Solo a los días y ante la tembladera y reportes de pánico de las familias que viven dentro o cerca a la zona del domo, empezó a fluir a cuenta gotas la información hasta lo que hoy ya todos sabemos y es evidente. 

Acuérdense que solo aquellos que no conocen la historia están condenados a repetirla. Y con lo vivido en la tragedia de Armero el primer error fue no darle la importancia debida, que por no generar pánico social y económico; lo segundo fue obviar las señales físicas evidentes de la naturaleza, la tercera no querer salir de la zona de confort ni romper la linealidad de las rutinas de trabajo y de las actividades diarias. Quinto, la excesiva confianza y el secretismo que siempre son malos consejeros ante la fuerza de la naturaleza. No lo olviden.  

Claro, hoy se estamos mejor preparados como Estado, se cuenta con más tecnología, se tiene un Servicio Geológico Colombiano, existen secretarías de Ambiente y Gestión del Riesgo y demás etcéteras; pero hablar claro, sin especulación y hacer pedagogía en terreno y directamente con la ciudadanía sobre cómo evacuar y actuar ante un desastre es lo lógico. No digo más. Solo lo dejo por escrito, para la historia.

 

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NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ –GERSAN-

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