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Más allá de las especulaciones, tontadas y las teorías conspirativas en redes sociales de que el incendio se provocó para no pagar impuestos, para cobrar seguros, para obligar a vender para modernizar la zona y demás o que los bomberos se demoraron en llegar al sitio estando tan cerca, o que sus equipos no sé qué; como ciudad debemos ir a lo serio y trascendental del asunto: ¿Cómo está nuestro cuerpo oficial de bomberos? ¿Cómo están sus equipos y equipamentos especiales según el tipo de emergencias que surjan? ¿Se tiene el personal necesario por estación para cubrir calamidades y emergencias? ¿Se tienen las estaciones que requiera una ciudad de las dimensiones de Ibagué? ¿Su logística es la adecuada?¿El personal es suficiente? ¿El presupuesto es bastante y el adecuado?
Estamos en plena temporada de olas de calor y altas temperaturas donde la ciudad ya registró varios incendios en sus alrededores, pero también áreas internas de barrios y como lo dije, estamos ad-portas de comenzar la temporada de lluvias, deslizamientos, taponamientos de alcantarillas, rebosamientos, inundaciones de vías y casas; por tanto, importante cuestionar si para todo ello estamos al día, con lo suficiente y lo adecuado si se presenta una emergencia desbordante o una situación de múltiples eventos que requieran al 100 por ciento de la capacidad de los bomberos y los organismos de socorro.
Esta es una magnífica oportunidad para preguntar en detalle, investigar en precisión, exigir a las autoridades claridades y puntualidades al respecto, por tranquilidad de todos los que habitamos esta Villa de San Bonifacio de las Lanzas que cada día se densifica y se extiende en su área urbana, suburbana y rural.
Que bueno, más allá de la actividad social, los cócteles, ceremonias, medallitas, fotos y del merecido reconocimiento por su profesionalismo y heroica labor en la calamidad de la calle 19 con carrera Quinta y de otras muchas de las cuales han sido protagonistas nuestros bomberos oficiales y organismos de emergencias, que pudiéramos conocer en debates públicos, en los foros deliberativos de la democracia, en espacios académicos y ciudadanos, su realidad actual en lo personal, profesional, salarial, institucional y demás; que nos den cuenta de que efectivamente sí están como deberían estar y tienen lo que deberían tener para hacerle frente a las emergencias, que seguramente serán más frecuentes en una ciudad que crece a diario y a la que golpea el cambio climático, cuyos efectos ya son una realidad y nos alterarán la vida y la cotidianidad en cualquier momento con más emergencias y calamidades.
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