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Sin duda un drama una situación que como algunos dicen es una agonía perpetua de no saber qué paso con sus seres amados: padres, hijos, hermanos, abuelos, primos, compañeros, esposas y esposos.
Muchos salieron en un día normal, y como lo hacían siempre de sus casas y jamás regresaron. Es como si la tierra los hubiera tragado sin dejar rastro alguno. Lo peor es que no se sabe cuántas de ellos en realidad sean desapariciones forzadas a causa del conflicto armado u otras situaciones. Sobre ello han tratado de ahondar Unidad Búsqueda de Personas Desaparecidas, UBPD, el Observatorio de Memoria y Conflicto, OBC, del Centro Nacional de Memoria Histórica.
Este triste panorama sigue siendo tan desoladores, que tan solo algo más de mil 400 cuerpos de personas de ese universo, han sido recuperadas por la investigación del OBC, de quienes se creen fueron desaparecidas por causa del conflicto armado nacional. Y luego de seis años de ardua tarea, se han logrado entregar 266 cuerpos plenamente identificados a sus familiares, para que con dignidad puedan enterrarlos y darles una despedida formal.
Es por este triste y dramático panorama, que la conmemoración llevada a cabo el viernes anterior 30 de agosto por la Gobernación del Tolima, a través de la Secretaría del Interior, del Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, toma tanta relevancia en momentos en que nuestro conflicto armado parece recrudecer, se reconoce que la Fuerza Pública ha perdido control y presencia territorial, vuelven los atentados terroristas, secuestros y amenazas a los ciudadanos por doquier, especialmente en zonas rurales y apartadas del país.
Observar el rostro compungido de madres, esposas, hijas e hijos de desaparecidos forzosamente como los que se encontraron en una emotiva ceremonia en los bajos de la Gobernación del Tolima, de verdad que hela el alma. Después de 10, 15, 20 o más años el dolor sigue presente en su espíritu y pensamientos; las lágrimas corren profusamente por sus mejillas y la sensación de vacío en el alma permanece, según allí lo narraron las familias de los desaparecidos. Que bello y valiente acto el no dejar morir la memoria histórica real, pero por sobretodo permitir que estas familias no se sientan solas en su soledad. Que sepan que de alguna manera el Estado colombiano y en este caso la Secretaría del Interior, está allí para acompañarlos, darles algún tipo de soporte y escucharlo. Mantener viva la memoria de sus familiares y la presión institucional para que se sigan buscando.
En el Tolima, según las cifras de la Secretaría del Interior y las autoridades, existe un universo específico de 2.100 desaparecidos. Dichas cifras son tomadas de analizar y cruzar la información entre la Jurisdicción Especial para la Paz, la Fiscalía, la Unidad de Búsqueda de Desaparecidos, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, así como el Sistema de Información de Desaparecidos y Cadáveres; entre otros organismos, a partir de la información formal suministrada por las personas que buscan, por las organizaciones de la sociedad civil y por aportantes. De esos 2.100 posibles casos, la UBPD ha recibido solicitud de personas desaparecidas en un guarismo cercano a los 600.
Que bonito sería que en el Tolima pudiéramos tener un monumento en memoria de esos desaparecidos forzosamente y por otros causas, donde estuvieran allí los nombres de quienes se buscan e ir tachando de allí a los que se encuentren vivos o muertos. Creo que es una manera simple de rendirles un pequeño tributo, pero también de recordar que no todo vale para dirimir un conflicto. Tener presente para parafrasear lo que escribió Héctor Aban Faciolince en su magistral obra, el Olvido que Seremos: solo morimos cuando desaparecen nuestros recuerdos en memoria de los seres que nos aman.
Por cielo y tierra
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