Las verdaderas alternativas

Rodrigo López Oviedo

Entre la apatía de unos y el entusiasmo de otros, algunas personas, deseosas de ser tenidas en cuenta como candidatas al Congreso, ya andan prometiendo soluciones a problemas regionales, con las cuales buscan engatusar a incautos electores.
PUBLICIDAD

Al respecto, debemos recordar que los congresistas no son gobernantes; que sus funciones nada tienen que ver con un hospital aquí y una escuela allá; que los servicios a la comunidad y la construcción de obras de infraestructura son funciones del presidente, de los gobernadores y alcaldes, y que tales promesas no son más que manifestaciones de una odiosa política que hay que erradicar, pues tras de ella hay una perniciosa intromisión del legislativo en el ejecutivo, a la cual responde el ejecutivo con gabelas para que le aprueben determinados proyectos de ley.  

Semejante confusión de roles es uno de los motivos de que tengamos tan elevadas dosis de corrupción, como la de estos personajes que, en lugar de legislar, tratan de convertirse en coequiperos del ejecutivo, no importa que para lograrlo tengan que constreñirse a actuar como simples amanuenses de sus funcionarios. Esta indigna condición es la que les permite desarrollar alguna que otra obra en las regiones, eso sí, con sobrecostos que van a parar a sus bolsillos.

Lo ético sería que los candidatos se enfocaran a convencer al electorado sobre los rumbos que quieren darle al país, antes que comprometerse a realizaciones que solo podrían cumplir si se someten a una obediente y vergonzosa actitud ante el presidente y sus ministros. Son actitudes repudiables para las cuales no existe compensación alguna: ni jugosos contratos, ni altos cargos que le den brillo a su hoja de vida, ni partidas presupuestales con las cuales adelantar mejoras en tal camino vecinal, construcción de tal hospital, nombramiento de profesores para esta escuela o construcción de un colegio, ya que estos son problemas que deben resolver directamente los alcaldes, gobernadores y el alto gobierno.

Sería mejor que el electorado pudiera ir a las urnas con el conocimiento claro de lo que piensa su candidato en aspectos relacionados con la alta política, como son los de la paz y las relaciones internacionales; los relacionados con la deuda pública, los tributos y presupuestos; la defensa de la integridad nacional y, para no alargar, con la injerencia extranjera en asuntos que solo son de nuestra incumbencia soberana, al igual que con la nuestra en los asuntos de otros países.

El día que los candidatos nos hablen de estos asuntos, podremos decir que contamos con verdaderas alternativas de elección. Lo contrario es seguir trasegando por los caminos de la farsa electoral y la elección de corruptos.

RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

Comentarios