Por una izquierda sin camuflajes

Rodrigo López Oviedo

Criticamos en el pasado comentario la intención de ciertos periodistas de inducir a sus entrevistados, sobre todo si son candidatos presidenciales, a que digan cosas que no corresponden a su pensamiento, y esto con el fin de alentar en algunos casos, y desalentar en otros, a sus potenciales electores. ¡Grave atentado contra la ética, pero más grave aún contra el electorado, que termina, gracias al engaño, votando en contra de lo que desearían!
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Semejante proceder llevó a Petro a rebautizar la dicotomía izquierda – derecha al decir que resultaba más apropiada la opción “vida – muerte”. Por su parte, Camilo Romero dijo no ser lo uno ni lo otro, sino “diagonal”, y ya antes Iván Duque había confesado ser de “extremo centro”.

Son escabullidas orientadas a esquivar la pregunta del periodista, tras la cual también se esconde el temor a ser asociados con personajes oscuros, unos de izquierda, otros de derecha, cuyo paso por la historia no les ha causado más que repudio. Ejemplos de ello están en cabeza de Hitler, Mussolini y Pinochet, que acudieron a los peores crímenes con el fin de preservarles el statu quo a los privilegiados por la fortuna.

Por el lado de la izquierda, también existen razones para este esquivo proceder, pero ellas tienen que ver con las confusiones que ha sembrado en la ciudadanía ese periodismo inmoral. Los ejemplos de Cuba y Venezuela son bastante dicientes. Sus gobiernos, se ponen del lado de las mayorías, ante lo cual explotan las minorías, relevadas del poder, las cuales tratan de generalizar el caos y culpar de él a las cabezas de tales gobiernos.

De allí surgen epítetos como el de castro-chavismo, así como la sindicación de serlo a quienes busquen la conquista de lo mejor para los gobernados, conforme al ideario encarnado por esos dos líderes.

¿Será, entonces, justificable renunciar a ser considerados de izquierda simplemente porque en los países donde esta tiene el poder se han producido desarreglos, graves, es cierto, pero no debidos al mal gobierno ni a que sean inviables las transformaciones que se tratan de imponer, sino a la reacción criminal de la derecha?

La respuesta es No. En lugar de ello, la izquierda, y sus candidatos, deben aprovechar las coyunturas electorales, no solo para pugnar por ser gobierno, sino para educar a las masas, a fin de que estas puedan responder de manera consciente a los embates de la derecha, mandatada por las oligárquicas y el imperialismo, una vez queden huérfanas de poder.

Dejemos que sean entonces las derechas las que se camuflen tras denominaciones equívocas. A la izquierda no le quedan bien tales ropajes.

RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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