Precauciones necesarias

Rodrigo López Oviedo

En medio del sorprendente proceso de unidad que se ha venido notando en torno al paro nacional en curso, varias son las satisfacciones que han tenido los organizadores, pero también el grueso de la población que se ha hecho presente en sus movilizaciones.
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Mencionemos como ejemplos el retiro de la reforma tributaria, la salida de Carrasquilla de la cartera de Hacienda y las cajas destempladas del presidente Duque.

Habiendo sido la reforma mencionada y la actitud displicente del ministro ante las críticas lo que colmó la copa y disparó la movilización social, lo de esperar hubiera sido que la caída de ambos se reflejara en el fin de la protesta. Sin embargo, no fue así. La pregunta que deberíamos plantearnos, entonces, es ¿qué pasó?

Pues lo que pasó, y seguirá pasando, es que cuando un pueblo se enardece, y el colombiano lo está, bajar su temperatura no es posible con solo resolver el problema que elevó su ánimo, pues a la memoria popular acudirán, inexorablemente, los demás problemas que lo afligen, y querrá aprovechar su indignación, así como la debilidad del gobierno reculante, para quitarse de encima el flagelo de tantas necesidades insatisfechas.

El paro que hoy tenemos en curso no nació de la noche a la mañana. Detrás de él están muchos acuerdos logrados en importantes luchas, pero que terminaron en frustración, gracias al incumplimiento del gobierno. Como ejemplos recordemos los paros cafeteros y campesinos de hace algunos años, así como los acuerdos para construir una paz estable y duradera, como se llamaron los que se firmaran en La Habana con las guerrillas de las Farc-EP.

Esos antecedentes, sumados al pliego de noviembre de 2019, que hasta hoy el gobierno se resiste a negociar, son elementos que mantienen en alza al movimiento popular, lo cual es sumamente peligroso para el régimen, como lo confirman las muchas mediciones de opinión que le dan a Gustavo Petro amplias posibilidades de llegar a la Presidencia de la República.

En tales aspectos debería estar pensando Duque, en lugar de perder el tiempo haciendo veintiunas y faroleando como presentador de televisión, papelón que cumpliría bien si tuviera cosas de interés que decir.   

Las movilizaciones populares seguirán, y seguirá también la represión oficial, pese a los reclamos que ante ello ha formulado la comunidad internacional, incluidas la ONU, la Unión Europea, el Papa Francisco y muchos otros prelados y personalidades internacionales.

Ante arrogancia con ribetes de criminalidad tan acentuada como la que está evidenciando Duque, el pueblo no se amilanará y continuará su lucha; pero cuidado, cuando de la contraparte solo se puede esperar lo peor, extremar las precauciones es lo más recomendable.

RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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