Entre Hitler y Netanyahu

Rodrigo López Oviedo

Ante la más vergonzosa pasividad cómplice de la casi totalidad de los gobiernos del mundo, Benjamín Netanyahu y su banda sionista enquistada en el gobierno de Israel están perpetrando la más salvaje agresión de que haya sido víctima el pueblo palestino desde que Naciones Unidas cercenara el territorio de este para entregárselo al pueblo judío y darle vida al Estado de Israel.
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Este nacimiento de Israel como Estado ocurría en momentos en que la humanidad apenas comenzaba a asimilar el horrible holocausto en que dicho pueblo había perdido a más de cinco millones de sus hijos en los campos de concentración establecidos por la Alemania nazi como escenarios de castigo, a los que se llegaba simplemente por ser judío, o gitano, o de otra minoría racial o étnicas cualquiera, sin que se hiciera necesaria acusación alguna ni pronunciamiento judicial condenatorio. La sola pertenencia a cualquiera de estos grupos humanos daba suficiente mérito para la reclusión y la muerte, bien por hambre, o bien por reclusión en las cámaras de gas.

Tan oscuro designio antijudío provino de una élite supremacista que, apertrechada en la mente de un fanático desquiciado, Adolfo Hitler, consideraba a la raza aria como el Alfa y la Omega del género humano y al pueblo judío como su antípoda. 

Esto hace que, a los ojos de muchos ciudadanos del mundo, resulte incomprensible que ese pueblo, ayer víctima, hoy actúe como victimario sobre sus obligados vecinos palestinos, a los cuales sigue despojando de los menguados territorios que les quedaron como consecuencia de la arbitraria expropiación a que fueron sometidos en 1948. Los 47 mil habitantes de Gaza asesinados en los últimos once meses y la ocupación militar de su territorio dan cuenta de ello.

Pero no; no es el pueblo judío el protagonista de tan dantesca escalada de terror. Es una minoría de derecha extrema, racista, autoritaria y xenófoba, que ve en la religión y la política elementos ideológicos complementarios y que considera que los judíos son el pueblo elegido de Dios, lo cual, según quieren que creamos, les da derecho a ejercer pleno dominio sobre una supuesta Tierra Prometida, cuyos linderos están presuntamente comprendidos entre los ríos Egipto y Éufrates (Génesis 15:18:12),  sin que tal delimitación coincida con las ambiciones territoriales que demuestra tener esta dirigencia política.

Esta es la minoría sionista que tiene al pueblo palestino condenado a un holocausto con caracteres tan dramáticos como el que sufrió el propio pueblo judío a manos de los nazis. La comparación puede resultar odiosa, pero no dista de la realidad. Como tampoco dista la que se haga entre el corazón de Hitler y el de Netanyahu.

Rodrigo López Oviedo

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