El embarazo de adolescentes

Una de cada cinco mujeres entre 15 y 19 años, es decir, apenas adolescentes, ha estado embarazada; el 16 por ciento ya son madres y el cuatro por ciento están esperando su primer hijo, según la Encuesta Nacional Demográfica y de Salud que realizó el Dane en el año 2010.

La conclusión es, entonces, que esto del embarazo de las adolescentes, se ha convertido en un problema social y de salud pública que afecta a muchas personas.


Hay que ponerle atención a este asunto y, el Gobierno nacional por lo menos ya intervino al producir el documento Conpes 147 que destina 56 mil 433 millones de pesos desde el presente año hasta el 2015, en acciones diversas, entre ellas. en educación sexual.

Este es un problema, porque los embarazos de adolescentes causan afectaciones biológicas en ellas, generan deserción escolar, obligan a la vinculación temprana al trabajo, ocasionan problemas familiares y emocionales, generalmente reproducen la pobreza.

Las adolescentes se inician en la actividad sexual a edad más temprana cada vez.

”En cuanto a la edad de inicio de las relaciones sexuales, el 13 por ciento de las menores de 20 años tiene su primera relación sexual antes de cumplir los 15 años de edad” ocurre más temprano en las mujeres sin educación y en aquellas que viven en áreas rurales, es lo que dicen las cifras de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (2010).

Las jóvenes invocan su derecho al libre desarrollo de la personalidad o a la libertad para decidir su futuro, cuando intervienen sus padres u otros adultos.

Entonces, sus compañeros de estudio, de barrio o de vereda, se convierten en consejeros sobre lo que deben hacer en cuanto a relaciones sexuales y embarazos.

Los embarazos tempranos, particularmente cuando no son deseados, se deben evitar.

También se debe evitar el matrimonio de adolescentes que aún no han madurado como para comprometerse a dirigir un hogar o tener hijos. Porque eso de tener hijos es una responsabilidad  trascendental y además de alto costo, que puede desviar el proyecto de vida de muchos jóvenes.

Sin embargo, califico como algo positivo que el Dane haya incluido en sus estudios trimestrales sobre mercado laboral, datos desagregados por sexo.

A los establecimientos educativos les compete mejorar la calidad de la educación sexual que obligatoriamente deben ofrecer como un componente del plan de estudios.

Si cada docente mujer, se convierte en orientadora y consejera de las estudiantes de su género, se podrá lograr mucho en término de salud sexual y reproductiva, porque pareciera además, que se hubiera olvidado entre los jóvenes las enfermedades de transmisión sexual.

Credito
INDIRA ORFA TATIANA ROJAS OVIEDO

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