Unas primeras comuniones en Ibagué

Son las nueve y treinta de la mañana del sábado 9 de junio de 2012, una veintena de niños aguarda frente a su colegio, la salida en desfile a través de las tres cuadras que separan el establecimiento educativo el Nuevo Liceo, de la Catedral de Ibagué, son los infantes niños y niñas, que van a recibir por primera vez, su comunión.

Hay un fervor especial, los padres, parientes y algunos amigos, dan los últimos toques a los peinados y los absolutamente bellos trajes de los sacramentados, entre quienes se encontraba Juanita, sobrina de mi esposa ; el desfile parte y unos diez minutos más tarde, la caravana está entrando en la Iglesia Catedral, que también luce en su interior una radiante blancura, como si los muros centenarios supieran que sus visitantes son los herederos del Reino de los Cielos, como lo enseñó alguna vez el Nazareno.

Se trata de una tradición de varias décadas, en que el colegio, como ocurre en muchos de los establecimientos de educación primaria en Colombia, prepara a los alumnos que llegan al tiempo de primera comunión, para que reciban el sacramento en medio de la complacencia, los flashes y las voces de admiración, de sus allegados.

El Sacerdote encargado de la ceremonia oficia la Misa y en su mensaje de la Homilía, destaca la transformación del mundo en la comunicación con Dios, la pureza de los niños que reciben el vínculo de acercamiento con el Señor, y a su vez, la forma como los adultos luego los contaminamos con  nuestra soberbia. Finalmente, remata con el hecho de que muchos de los niños que ha podido consultar, le cuentan la preocupante situación que ocurre con sus padres, que se despreocupan por asistir a la iglesia, e inclusive, que aun notando el interés de sus pequeños por ir a la Misa, prefieren postergar su asistencia.

La situación comentada en el mensaje sacerdotal, me hizo pensar en la realidad de nuestro tiempo, en que el mundo y los colombianos en particular, han roto con la ética religiosa y los valores proclamados por las iglesias en general, que lamentablemente no han sido remplazados por una moral social que se afiance en principios, como la honestidad, la rectitud y el aprecio por la vida, sino que, por el contrario, encontraron como sustitutos al individualismo y los intereses particulares, por encima de los del colectivo, en medio de una competencia invasiva, que absorbe casi todos los aspectos de la vida; combinados con un pragmatismo exagerado que preconiza otras cosas, como el enriquecimiento rápido y el culto a la violencia y la intolerancia.

Al final de la misa los niños desfilaron en calle de honor, por el centro del templo hacia la salida, denotando su satisfacción por la continuidad de su vida cristiana, por momentos eran aplaudidos, o percibían los gestos de alegría en los rostros de sus mayores, en fin, vivían intensamente este momento de plenitud que les representó ese primer acercamiento personal con la figura de Dios. Ojalá que estos infantes como todos los niños del país, puedan mantener por mucho tiempo su pureza infantil, manifestada en la lealtad y el seguimiento de los valores cristianos y sociales, la paz, la tolerancia y el respeto por las ideas ajenas, así quizá las nuevas generaciones, logren los hechos de reconciliación que los administradores de este país no han logrado por tantos años.   

Credito
PEDRO LUIS ZAMBRANO C.

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