Los días sin carro

Pedro Luis Zambrano

Una verdadera jornada de salud e integración comunitaria se vivió en Bogotá el pasado día sin carro, miles de personas se distrajeron y respiraron un aire más puro al desplazarse a sus lugares de trabajo, en bicicleta, en patines o utilizando sus propias piernas; todos en un despliegue de alegría contagioso. Muchas de las instituciones de salud, cajas de compensación y las propias empresas aprovecharon la ocasión para ofrecer rutinas de estiramiento, refrescos y para entregar pequeños obsequios a quienes hicieron el desplazamiento en estos medios alternativos, alentándolos a retomar la utilización de este tipo sano de movilidad.

Las emisoras y cadenas radiales ampliaron sus recursos informativos para cubrir tantos puntos de la ciudad como pudieron y transmitir la forma como los ciudadanos vivíeron este alentador evento. Patrulleros, amas de casa, empleados, vendedores ambulantes y trabajadores, entre otros, fueron improvisados como informadores y, desde luego, las redes sociales sirvieron para compartir opiniones al respecto.

Es indiscutible que los niveles de contaminación atmosférica, auditiva, visual y sonora, razón de ser de la jornada, bajaron apreciablemente. Además, se estimuló el uso de los medios colectivos de transporte, la gente respiró más tranquilamente, disfrutó de un paisaje urbano menos congestionado y percibió menos ruidos que los de costumbre, y ello cuenta para la valoración positiva de este tipo de eventos.

Por supuesto que existen afectaciones provocadas por el día sin carro, causa molestias a las familias acostumbradas a salir en sus propios vehículos, hay negocios que se afectan en sus niveles de ventas y surgen algunas incomodidades para ciertas labores, relacionadas principalmente con el transporte. Estas dificultades, sin embargo, son mínimas frente al beneficio general que se obtiene con esta sana práctica.

Es notable que desde hace varias décadas el mundo moderno viene sometiendo a las personas a evitar caminar y desplegar cualquier esfuerzo físico, porque para eso están los carros y las motos, fomentando un nocivo sedentarismo que genera la precipitación de diversas enfermedades, producto de este pernicioso modo de vida.

Estas iniciativas, que propician el ejercicio y el despliegue físico para todos, sin duda deben acogerse e intensificarse por todas las autoridades en el territorio colombiano, como un medio eficaz de promover prácticas saludables en los individuos. Ojalá que se siga alentando la realización no de un solo día sin carro, sino tres o cuatro, durante el año, dados los buenos resultados y niveles de participación observados.

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