Cuando la subversión comienza a ser versión

Pedro Luis Zambrano

Últimamente se ha observado una tendencia en el proceso de conversaciones de La Habana, entre las Farc y el Gobierno, relacionada con el aparecimiento de los representantes de esa guerrilla, en una perspectiva distinta a aquella en que esporádicamente los habían mostrado los medios de comunicación, en uniforme militar, empuñando armas de guerra y en medio de parajes selváticos o montañosos.

Efectivamente, a partir de los sucesos de La Habana, y en particular, del programa radial Hora Veinte, que contó con la presencia de los guerrilleros Pablo Catatumbo, Joaquín Gómez e Iván Márquez, en diálogo con los periodistas Luz María Sierra, Héctor Riveros y Hassan Nassar, los negociadores farianos vienen siendo presentados ante la opinión, con mayor frecuencia, vestidos de civil y hablando en actitud serena, sobre los problemas más trascendentes de la sociedad y sobre el curso de los diálogos. Esta definitivamente es una demostración interesante, no solo de los avances del proceso, sino también de la forma gradual como esta guerrilla comienza a hacer un tránsito de ser subversión, es decir, de estar por debajo de la versión, a hacerse parte de esa misma versión democrática de la Nación.

Se les ha escuchado debatiendo sobre temas, como la discusión entre posiciones distintas, en las cuales ellos defienden su reinserción en total libertad, para incorporarse a la sociedad y a la política, contra otras que tercian por la existencia de penas alternativas leves, o aquellas enfáticamente partidarias de que paguen cárcel, sobre la puesta en marcha de la Subcomisión Técnica integrada por varios de sus representantes y militares de alto grado, que explora las condiciones necesarias para lograr el cese al fuego y la dejación de las armas y, sobre la refrendación de los acuerdos, una vez se llegue a su firma, al igual que la incorporación de Simón Trinidad a los diálogos, aprovechando la buena voluntad expresada hacia los mismos, por los Estados Unidos.

Esta presencia del actor guerrillero en la opinión, nos da un mensaje sobre la madurez que ha adquirido el proceso en la sociedad colombiana. Seguramente muchos de los temas y los gruesos interrogantes que por ahora se tejen sobre los diálogos de paz, se irán resolviendo en su debido momento. Por ahora, lo importante es que esta actitud de buscar consensos, en lugar de accionar los fusiles, se mantenga.

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