La gratuidad educativa es un comienzo

Aplaudimos este paso inicial, pero, reiteramos, este es solo un aspecto de los que han de ser mejorados, si en realidad el Gobierno pretende subsanar las dificultades de la educación superior. De lo contrario solamente serán pañitos de agua tibia.

El presidente de la república, Iván Duque, sorprendió este martes desde Cali con el anuncio de que en el segundo semestre de este año la matrícula de los estudiantes de estratos 1, 2, y 3 será gratuita en las instituciones públicas de educación superior, para programas de pregrado, técnico y tecnológico.

La ministra de Educación, la tolimense María Victoria Angulo, indicó que el propósito es que esta disposición, que beneficiará a cerca del 97% de los estudiantes de las instituciones públicas, se convierta en una política de Estado. Este gesto también se constituyó en un intento de acercamiento con la población joven, que es la mayoría de la que se encuentra en las calles protestando.

Desde el año pasado ya se había evidenciado la necesidad de que los estudiantes de menos recursos recibieran algún tipo de apoyo para poder continuar su educación. En el segundo semestre de 2020 cientos de miles de jóvenes se vieron en la obligación de abandonar sus estudios o no consiguieron ingresar a la educación superior, por causa de la asfixiante situación económica causada por la pandemia, que llevó a la quiebra a miles de hogares colombianos. En el Tolima, la Gobernación asignó recursos a la Universidad del Tolima y al Instituto Tolimense de Formación Técnica Profesional (Itfip), que funciona en el Espinal, para garantizar las matrículas de los estudiantes de estratos 1 y 2 de esas dos instituciones, y este año incluyó al Conservatorio del Tolima. 

Es de resaltar el anuncio del Gobierno nacional; sin embargo, solamente soluciona  parte del problema, porque las instituciones públicas no otorgan los cupos suficientes para incluir a los jóvenes de las familias menos favorecidas que aspiran a la educación superior. Además, este beneficio no cobija a las universidades privadas que cuentan entre su población estudiantil con jóvenes de estos estratos que necesitan terminar su carrera. 

Tampoco se resuelven los problemas de calidad, ya que las universidades han de hacer grandes inversiones en plataformas tecnológicas, en la formación de sus docentes y en la conectividad de sus estudiantes para lograr que la calidad de los programas que ofrece no desmejore, si se tiene en cuenta que la educación virtual llegó para quedase. Así mismo, adicional a la matrícula, muchos estudiantes requieren otro tipo de apoyos para garantizar su subsistencia y evitar la deserción.

Aplaudimos este paso inicial, pero, reiteramos, este es solo un aspecto de los que han de ser mejorados, si en realidad el Gobierno pretende subsanar las dificultades de la educación superior. De lo contrario solamente serán pañitos de agua tibia.

EL NUEVO DÍA

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