Construir confianza

Como dijo el arzobispo de Cali, monseñor Darío Monsalve, el camino es la concertación,
no la dilación ni la distracción.

A pesar de que se han logrado acercamientos entre los manifestantes y el Gobierno nacional, y se han efectuado reuniones con el comité de paro, con los jóvenes y con sectores políticos y económicos, una pronta y provechosa salida a la crisis colombiana desatada desde el 28 de abril aún es incierta.

El estallido social que nos tiene sumidos en la incertidumbre obedece a múltiples factores: el empobrecimiento de millones de colombianos por causa de la pandemia, el cierre de empresas, la pérdida de numerosos puestos de trabajo, el encierro que afectó gravemente la salud mental de todos los colombianos, la lenta recuperación de la economía; el abandono escolar, la falta de empleo y oportunidades para los jóvenes y, en medio de semejante crisis, la presentación de una reforma tributaria que perjudicaría aún más los ingresos de los colombianos; estos fueron los ingredientes que se cocinaron en esta olla de presión que acabó por explotar. 

Por si fuera poco, todo lo anterior fue adobado con la guerra de desinformación que incrementa aún más, si ello es posible, la polarización existente desde hace varios años, y, en la sombra, la participación de grupos con intereses non sanctos, como guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes, contrabandistas y otros grupos de delincuencia organizada, que pescan en río revuelto, y obtienen réditos con el caos y la desestabilización. 

En el medio se encuentran millones de trabajadores que viven en la informalidad y cuyos ingresos provienen del rebusque diario: los tenderos que deben cerrar sus negocios por temor a los disturbios, los vendedores ambulantes que no pueden salir; los carretilleros que no consiguen productos, los vendedores puerta a puerta y los pequeños y medianos agricultores; todos ellos carecen de un ingreso fijo o de ahorros que les permitan sobrellevar estos días aciagos.

Lo anterior nos lleva a pensar que es necesario dialogar y avanzar en la construcción colectiva de soluciones. Por eso se han recibido con esperanza los intentos del Gobierno nacional por lograr acercamientos con los manifestantes. El camino no será fácil, porque hay que crear lazos de confianza. En el pasado, los gobiernos se han reunido con sectores que no representan al grueso de la población, se firman compromisos que posteriormente no se cumplen y se crean mesas de trabajo que se convierten en “botaderos de corriente”, pues sus conclusiones no se tienen en cuenta. Así que es necesario, en primer lugar, que las partes envíen señales que permitan crear confianza. Un comienzo son los desbloqueos de las vías y los corredores humanitarios, la disminución de los desmanes y el vandalismo, y el respeto por la protesta pacífica. Además, es importante contar con facilitadores; por eso es una buena señal la participación de la Iglesia católica y la ONU, instituciones que gozan de respeto en todos los sectores; también es prudente apoyarse en las experiencias de otros países que permitan avanzar en el camino de la concertación. 

Hay que reconocer que el presidente Iván Duque ha tendido puentes, con el reconocimiento de que todos los manifestantes no son vándalos, con la creación de espacios en los departamentos para escuchar las necesidades de los jóvenes y con el anuncio de que se han abierto 65 investigaciones por excesos de miembros de la fuerza pública. Los jóvenes, por su parte, quieren acciones concretas, más que conversar. Como dijo el arzobispo de Cali, monseñor Darío Monsalve, el camino es la concertación, no la dilación ni la distracción.

EL NUEVO DÍA

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